David Trujillo, psicólogo: El confinamiento puede ser una oportunidad para captar otros modos más saludables de actuar

Un ciudadano aprovecha su minúsculo balcón para leer en la tercera semana de confinamiento por el coronavirus COVID 19. Sevilla a 03 de abril del 2020
Un ciudadano aprovecha su minúsculo balcón para leer en la tercera semana de confinamiento por el coronavirus COVID 19. Sevilla a 03 de abril del 2020 - Eduardo Briones - Europa Press
Publicado: jueves, 9 abril 2020 13:10

SANTA CRUZ DE TENERIFE, 9 Abr. (EUROPA PRESS) -

La declaración del estado de alarma el pasado 14 de marzo debido al coronavirus ha obligado a millones de españoles a permanecer confinados en sus casas. Esta situación está suponiendo un punto de inflexión en nuestras vidas, conlleva la irrupción de formas inusuales de comportamientos y, como consecuencia, podría ser una oportunidad -como toda crisis- para captar y apropiarse de otras modalidades más saludables de actuar en nuestro entorno más próximo.

Así lo afirma David Trujillo, psicólogo clínico y especialista en Psicoterapia, docente del Instituto de Psicología y Psicoterapia de Roma y que actualmente trabaja en el Centro Mencey (IPRA Tenerife), quien ha respondido en una entrevista realizada por Europa Press a algunas de las preguntas que muchos se hacen a raíz de la declaración del estado de alarma por la pandemia de covid-19.

Desde el punto de vista psíquico, David Trujillo incide en que la crisis del coronavirus y el confinamiento están afectando más a los ciudadanos que están más expuestos al contagio y a las consecuencias del mismo, que asisten a un número significativo de fallecimientos en un periodo muy corto de tiempo y que se han visto incluso en situaciones límites, como el decidir a quién le dan la oportunidad de respirar para vivir.

También afecta directamente a los ciudadanos que han perdido un ser querido, que no han podido acompañarlo ni estar en cuerpo presente para darle un último adiós y que ahora sólo es posible hacerlo presente en su ausencia mediante los recuerdos y la imaginación. Y, por supuesto, a los ciudadanos confinados que, por diversos factores, les está resultando difícil 'saber estar', vivir en lugar de esperar, centrarse en lo que está en sus manos y no tratar de alcanzar con ellas lo que no está en su poder, asumir la soledad y el aburrimiento para escucharse a sí mismos.

Más allá de la afección psíquica, Trujillo hace hincapié en que los verdaderos damnificados son los que han perdido sus vidas porque ya no están ni siquiera para sentirse afectados y contarse a sí mismo o a los demás aquello que les está sucediendo.

Desde que comenzó el estado de alarma, día a día surgen recomendaciones sobre cómo establecer rutinas, realizar actividades con niños o practicar deporte en casa; sin embargo, esa saturación de información, en lugar de ayudar, puede provocar el efecto contrario, es decir, generar estrés o ansiedad. David Trujillo apunta en este sentido que una de las orientaciones que se recomienda para la gestión psicológica ante la crisis producida por el coronavirus es precisamente evitar el exceso de información sobre el tema, así como también informarse adecuadamente.

Por esta razón, asevera que si bien es necesario estar informados y saber qué comportamientos psicosaludables podemos llevar a cabo para afrontar lo mejor posible esta situación que estamos padeciendo, debemos ser sujetos activos a la hora de saber cuánta información queremos recibir diariamente y de qué fuentes queremos obtenerla. "Ni por exceso, ni por defecto", recalca.

No obstante, considera que también habría que decir qué orientaciones no son obligaciones y uno debe adaptar aquellas en función de la manera de ser de cada uno y de las circunstancias porque, de lo contrario, no sólo puede ser experimentada esta información con ansiedad, sino que, en la medida que no se logra cumplir con la serie de objetivos marcados, puede derivar en frustración y en un sentido de ineficacia personal.

"He aquí, por tanto, que entre la causa (la saturación de información) y el efecto (ansiedad u otras emociones) siempre está la persona y la singular manera que tenga de gestionar esta situación de crisis", añade el psicólogo.

INCUMPLIR EL ESTADO DE ALARMA.

Cientos de personas han sido sancionadas por saltarse el confinamiento; algunas, incluso, han ingresado en prisión por incumplir dicha obligación de forma reiterada. "No sé si la única razón del incumplimiento del estado de alarma es debido a que cierto número de ciudadanos lo 'llevan tan mal' y lo gestionan de aquella manera", afirma David Trujillo, para añadir que habrá personas que la dificultad en gestionar el confinamiento, experimentado con determinadas emociones negativas, les lleve a transgredir la normas impuestas por el estado de alarma".

En su opinión, los motivos son múltiples, en función de quién incumple la norma y las fases del propio confinamiento (...) y es que de la evitación a la aceptación de un acontecimiento que ha impactado en el corazón de nuestras vidas suele haber un arduo camino que necesita de un tiempo para recorrerlo. "Una vez que la mayoría de ciudadanos nos hemos puesto en marcha para aceptar responsablemente nuestras nuevas condiciones existenciales, existe el peligro, con el paso de las semanas del confinamiento, que bajemos la guardia y no seamos sistemáticos a la hora de tomar las medidas preventivas oportunas para evitar los contagios, sea por agotamiento, relajamiento, desánimo o hastío", advierte el experto.

En consecuencia, el psicólogo incide en que la crisis por el coronavirus no es impersonal, pues siempre está encarnada en alguien, con nombre y apellidos, sufrida en primera persona, y por eso exige de un constante trabajo de aceptación y apropiación de cada uno de nosotros, para saber hacer y padecer, con uno mismo y junto a los demás, lo más responsablemente posible.

Pero estar confinados puede traer consigo ciertas ventajas. Según David Trujillo, la realidad es que durante estas semanas, debido a la desaceleración del tiempo subjetivo, vivido, las personas estamos intentando reorganizar las actividades cotidianas, por lo que generamos formas diferentes de actuar: es posible teletrabajar, ser creativos con los hijos, mantener conversaciones online en grupo con familiares y amigos, resolver cuestiones del hogar que teníamos pendientes, practicar deporte en menos de dos metros cuadrados o tomar la iniciativa para hacer una determinada actividad en grupo.

Por tanto, sostiene que el confinamiento está suponiendo un punto de inflexión en nuestras vidas, conlleva la irrupción de formas inusuales de comportamientos y, como consecuencia, podría ser una oportunidad -como toda crisis- para captar y apropiarse de otras modalidades más saludables de actuar en nuestro entorno más próximo. En cualquier caso, subraya lo de condicional porque solo a partir de que se produzca el desconfinamiento sabremos si hemos aprovechado la oportunidad.

En cuanto a las desventajas de pasar tanto tiempo confinados, éstas tienen que ver con la propia experiencia vivida durante el confinamiento y las consecuencias del mismo. "Pese a que son reacciones emocionales esperables ante esta situación, no es agradable experimentar -y/o observar que los seres queridos experimentan- sentimientos de incertidumbre, pérdida de libertad, dificultad de concentración, miedo a ser contagiados, preocupación a sentir los síntomas, irritabilidad, bajo estado de ánimo, angustia sobre el futuro laboral y económico (...) A esto se le puede sumar el dolor de la pérdida y posterior duelo de un ser querido del que no te has podido despedir", concluye Trujillo.

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