Juzgan mañana a los 20 activistas de Greenpeace que protestaron contra las bombas de racimo en la sede de una empresa

Actualizado: domingo, 14 junio 2009 21:20

MADRID, 14 Jun. (EUROPA PRESS) -

El juzgado número 10 de Madrid juzga mañana, 15 de junio, a los 20 activistas de Greenpeace que asaltaron, en mayo de 2008, la sede de la empresa Expal, fabricante de bombas de racimo, para protestar contra la producción de este tipo de armamento en España.

Esta protesta formó parte de la campaña que Greenpeace desarrolló contra las bombas de racimo. Los activistas de Greenpeace que serán juzgados mañana mostraron en público los documentos que prueban las actividades de las empresas que producían estas bombas en España, informó hoy en un comunicado la organización ecologista.

Tras esta campaña se consiguió que el Gobierno prohibiera en España este tipo de armamento, lo que convirtió al país, el pasado 18 de marzo, por decisión de Congreso de los Diputados, en uno de los primeros en ratificar el Tratado de Prohibición de las Bombas de Racimo y en incorporar la norma a su ordenamiento legal.

Para el director de Greenpeace, Juan López de Uralde, "deberían sentarse en el banquillo los que se han enriquecido produciendo y comercializando estas armas repugnantes, y no nuestros activistas".

"Precisamente gracias a su compromiso hemos conseguido que se prohíban definitivamente en España y que un convenio internacional las prohíba en todo el mundo. En vez de llevarles a juicio, deberían darle las gracias a los activistas", insistió.

Una bomba de racimo está formada por una bomba 'contenedor' que puede ser lanzada desde tierra, mar o aire y que, al abrirse durante la trayectoria, expulsa cientos de submuniciones que se dispersan por amplias superficies. En teoría, estallan cuando alcanzan el suelo, pero esto no siempre es así, actuando de forma indiscriminada y con altas tasas de error, incluso años después del fin del conflicto.

Entre el 5 y el 30 por ciento de las municiones no estallan y quedan dispersas sobre el territorio, actuando después como minas antipersonales. Están diseñadas para matar y no sólo para herir o mutilar y en países como Laos la gente sigue muriendo como consecuencia de las bombas de racimo 30 años después de la guerra.

Afectan sobre todo a la población civil, que son el 98 por ciento de sus víctimas, en especial los niños, que son atraídos por sus colores y formas llamativas.