La gran protagonista sigue siendo la torrija, cuyas ventas no paran de crecer año tras año
MADRID, 12 Abr. (EUROPA PRESS) -
Las tradicionales procesiones de Semana Santa ya están preparadas para llenar de solemnidad y devoción los municipios madrileños y también la capital. A ellas se unen ya las propuestas gastronómicas típicas que acompañan la Cuaresma, como las torrijas, y otros dulces más locales, como los penitentes en Alcalá de Henares, que ya protagonizan los escaparates de los establecimientos de la ciudad.
Es el caso de Confitería Maiig (C/Mayor, 78), fundada en 1966 por Antonio e Isabel, continuada por sus hijos Maribel e Ignacio y que actualmente regentan sus nietos Enrique y Pablo. Con la tercera generación a cuestas, este establecimiento sigue apostando por la elaboración artesanal.
Ignacio fue precisamente uno de los reposteros complutenses que participó de lleno en la 'lluvia de ideas' de la que surgiría finalmente los penitentes. Corría en año 1998 y el objetivo era buscar un producto novedoso relacionado con la Cuaresma.
La pastelería ha consolidado este producto probando diferentes sabores a lo largo de los años, aunque manteniendo la esencia de este dulce: un mini cucurucho de chocolate que recuerda al capirote de los penitentes y que "quedan muy bien con un café o un vino dulce".
"Los rellenamos con crema pastelera, de praliné, de almendra, chocolate o avellana, pero también tenemos versiones más exóticas como maracuyá, pistacho y flor de sal", ha detallado Ignacio, quien ha destacado que el producto "funciona muy bien" y tiene gran "tirón" entre los clientes, principalmente entre los de "toda la vida".
Durante la campaña de Semana Santa, Maiig puede llegar a vender entre 6.000 y 10.000 penitentes. "Son pequeños, por lo que cunden mucho, y un día pueden venderse hasta 500 unidades", ha explicado el repostero, quien ha subrayado que el precio económico y la variedad de sabores contribuyen a su éxito.
Junto a los penitentes, la pastelería también destaca por sus torrijas, con ventas que crecen "año tras año", con 2.400 unidades vendidas en la campaña de 2024, unas 100/120 diarias. "La gente cada vez compra más torrijas porque hacerlas en casa es un engorro tremendo", ha concluido Ignacio de Confitería Maiig.
LA COMUNIDAD DE MADRID HUELE A TORRIJA
Otro establecimiento histórico de la ciudad complutense es la Pastelería Salinas, en la céntrica Plaza Cervantes, con casi 200 años de historia y una apuesta clara para esta Semana Santa: las torrijas.
El dulce por antonomasia de los madrileños en estas fechas no defrauda al sector de la repostería ya que, según datos aportados por la Asociación de Empresarios Artesanos del Sector de la Pastelería de Madrid (ASEMPAS), en esta campaña se consumirán más 7 millones de torrijas en las casi 600 pastelerías artesanas de la región.
El optimismo es compartido por los reposteros. Por ejemplo, en Maiig esperan despachar entre 2.300 y 2.500, "una auténtica burrada", traslada Ignacio a Europa Press. Por su parte, Carlos Valverde, de Salinas, apunta a que podrían llegar hasta las 5.000 torrijas.
Las de corte tradicional --frita con canela y azúcar y vino con moscatel-- siguen siendo el sabor protagonista e indiscutible de la Semana Santa, aunque las innovaciones van encontrando también su público.
En Salinas, cuenta Valverde que este año han ideado desde torrijas recubiertas de crema, su versión 'cheesecake' y también con sello alcalaíno: una costrada-torrija.
Pero si hay algo que parece que se repite en la repostería es el sabor estrella de la temporada, la crema de pistacho, que también será uno de los sabores que acompañaran a las torrijas durante esta Cuaresma.