Ingenieros de Caminos creen que debe revisarse la normativa de construcción frente a los daños por riadas

Imagen de la A-7 derrumbada
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Actualizado: sábado, 20 octubre 2012 14:01

El decano explica que el puente de la A-7 derribado en Lorca por la riada tenía más de 30 años y una cimentación superficial


MURCIA, 20 Oct. (EUROPA PRESS) -

El decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Región de Murcia, Antonio Tomás Espín, ha afirmado que los daños provocados por las riadas e inundaciones del pasado 28 de septiembre en puentes y carreteras se deben a un fenómeno meteorológico "extraordinario" que superó las previsiones contempladas en la normativa de construcción, por lo que considera que es un momento para revisar esa regulación.

En declaraciones a Europa Press, Espín ha explicado que, a la hora de proyectar una infraestructura -ya sea una carretera o un puente-, los ingenieros diseñan sus proyectos en base a una normativa estatal que recoge las fuerzas hipotéticas a las que pueden verse sometidas las construcciones, bien sea por el efecto de terremotos o por la acción del agua, en el caso de las riadas.

Espín asegura que estos datos están calculados con "bastante margen de seguridad" en base a estudios estadísticos. Sin embargo, señala que "siempre puede suceder una acción de la naturaleza extraordinaria, superior a la prevista en la normativa" como, por ejemplo "los terremotos de mayo de 2011 en Lorca, que sobrepasaron todas las expectativas y lo que era previsible para esa zona".

El decano señala que las lluvias que generaron las inundaciones del pasado 28 de septiembre fueron también un fenómeno "extraordinario", ya que son las precipitaciones "más importantes desde que hay registros históricos".

Espín explica que un dato clave que demuestra la magnitud de este fenómeno es que el embalse de Puentes, en Lorca, registró un incremento de 2.000 metros cúbicos por segundo, y la riada más importante que se conocía y de la que se tienen datos históricos fue de 1.600 metros cúbicos por segundo, lo que supone "una diferencia del 25 por ciento".

Por ello, el decano considera que "ahora quizá sea el momento de revisar la normativa a nivel estatal, para comprobar si está considerando la suficiente seguridad o hay que ampliarla". En caso de tener que modificarla, Espín explica que "conllevaría unos costes bastante grandes".

Además, considera que la propia Comunidad Autónoma podría hacer una adenda o documento complementario a la normativa estatal, para exigir una mayor seguridad en las construcciones, ya que la Región es una zona de actividad sísmica y gota fría importante.

PUENTE DE LA A-7

Respecto al puente de la autovía A-7 que resultó derruido por el temporal entre los kilómetros 583 y 585, a la altura de Lorca, Espín ha recordado que se trata de una infraestructura que fue construida hace 30 años, y que anteriormente soportaba la anterior carretera nacional N-340.

Cuando se construyó la autovía A-7, ese puente "se dejó y se hizo otro nuevo paralelo, en otra calzada", destaca Espín.

Así pues, el decano lamenta que el puente derruido "tiene 30 años de historia, con una cimentación superficial que ahora no se suele utilizar, y ha sufrido un caudal muy superior a lo esperado". Todos estos factores han hecho que un tramo "haya colapsado y se haya venido abajo", añade.

El nuevo puente, que se construyó con motivo de la autovía, "tiene otra cimentación que se denomina 'profunda' y que aguanta mejor los caudales". De hecho, explica que esta infraestructura "no ha sufrido ningún daño".

El decano del Colegio de Ingenieros de Caminos ha descartado que el derribo del puente sea consecuencia de una negligencia por parte de la administración, porque cuando se construyó hace más de 30 años "fue sometido a ensayos geotécnicos y se comprobó que podía soportar bien las avenidas, cumplía con la normativa".

Espín también ha hecho referencia a las obras que la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) autorizó en 2007 para retirar la grava de la rambla de Béjar, a 100 metros aguas arriba y aguas abajo del puente de la A-7 que se derrumbó.

Al ser preguntado a este respecto, Espín ha dicho que es un factor que "puede influir" porque "en el momento en el que se toca el curso de una rambla, el agua se dirige más a una zona o a otra; puede incidir con más fuerza en una zona que en otra; o puede pasar algo más de caudal del previsto".

Por tanto, no descarta que esta circunstancia "pueda ser una más del cúmulo de variables que han determinado el derribo", pero ha señalado que es algo que desconoce porque no se tienen los datos "ni se han hecho estudios todavía al respecto".

En cualquier caso, ha afirmado que la causa principal del colapso es "un caudal muy por encima de los esperado y del mayor registro histórico". Luego, añade que puede haber otras variables más pequeñas que pueden influir, como la "cimentación antigua, aunque segura".

CÁLCULO DE HIPÓTESIS

Para determinar el empuje del agua que los pilares de un puente pueden llegar a soportar en caso de una riada, los ingenieros calculan un caudal hipotético que, en un 99 por ciento de los casos "no se puede llegar a alcanzar en un año". Sin embargo, admite que hay un uno por ciento de probabilidad "de que se pueda superar ese caudal".

Pues bien, explica que ese uno por ciento de probabilidad se superó el pasado 28 de septiembre durante las inundaciones. "Es un porcentaje de incertidumbre que puede suceder a lo largo de la historia", aclara.

Es lo que los ingenieros conocen como el caudal de periodo de retorno de cien años, y que implica que "hay un 99 por ciento de posibilidades de que no se supere en un año, pero que alguna vez se puede superar".

Con todo, Espín explica que los ingenieros aplican "aún más coeficiente de seguridad, y emplean por ejemplo más material donde está estipulado una cantidad menor, según la normativa". Por ello, las infraestructuras "tienen normalmente más seguridad que el recogido en la regulación".

Además, a la hora de ser construidos, dice que se emplean unos controles de calidad "intensos", con muestras diarias de los materiales, ya que son infraestructuras "de mucha envergadura y de mucha responsabilidad". Por ello, dice que "no se puede estar jugando con las calidades".

MANTENIMIENTO DE INFRAESTRUCTURAS

Por otra parte, Espín ha lamentado que el Ministerio de Fomento y la Consejería de Obras Públicas "han bajado mucho" sus presupuestos para mantenimiento y conservación de infraestructuras.

Advierte que "hay que llevar mucho cuidado" con estas medidas que, a corto plazo, pueden parecer "una solución rápida para reducir gastos", pero que a largo plazo "pueden tener consecuencias" ya que suponen "un deterioro exponencial, que cada vez va más rápido", y que en unos años pueden suponer un problema.

El decano desconoce si esta disminución en los presupuestos de conservación y mantenimiento tienen algo que ver con los daños provocados por las últimas riadas, pero lanza la voz de alarma porque "llevamos varios años de crisis y los presupuestos del Ministerio y de la Consejería se han reducido drásticamente".

"Hay que tener en cuenta que las infraestructuras hay que conservarlas y forman parte del Estado del Bienestar", ha advertido Espín, quien dice que su mantenimiento "implica la reducción de siniestros e, incluso, costes sanitarios".

De todas formas, Espín ha defendido que el pasado 28 de septiembre, como consecuencia de las riadas no se produjo una catástrofe humana "impresionante" gracias a los planes de avenidas desarrollados en las décadas de los 80 y 90, y gracias a las presas de laminación, que son embalses para contener precisamente las riadas.

En caso de no haber contado con los planes de avenidas y con las presas de laminación, Espín cree que se habría producido "un desastre descomunal".