Actualizado 01/11/2006 01:01

Agustín Jiménez.- Polución diurna

MADRID, 1 Nov. (OTR/PRESS) -

Un informe, seguramente tendencioso, presentado por un señor que estuvo en el Banco Mundial, un informe que ni siquiera se ha filtrado a "El Mundo" sino sólo a "The Observer", ha vuelto a contestar las ventajas de la polución. Aduce que la incontinencia climática echará a la carretera a 200 millones de desplazados -quienes, no se dude, compondrán una fascinante cantera de masa global multicultural- y reclama una cifra con doce ceros para impedirlo. Pero esa cifra equivale al 1% del producto interior bruto del planeta mundo, más o menos lo que gastamos en publicidad, y sería un gasto insostenible por sólidas razones y para no estropear acendradas tradiciones. Sin ir más lejos, ¿cómo íbamos a financiar las interesantísimas guerras que libramos y que consumen mucho más dinero? Si Tony Blair ha apadrinado el susodicho informe, es justamente porque se le han agotado las bombas que tiraba en Irak y no va a quedarse callado cuando aparezca ahora en televisión. Un aire soso y limpio. pues no huele a nada; unos glaciares, todos en Groenlandia, más o menos blancos; unos cientos más de modelos de bichos, con más pelos, más patas más picaduras, no justifican el despilfarro. ¿Cánceres de pulmón? Una irritación insignificante comparada con los beneficios de habitar en urbes donde majestuosos hospitales ofrecen escáneres para todos. Ciudades accesibles por autopistas magníficas que garantizan la aceleración universal -lo importante es participar- y un envidiado nivel de abastecimiento por el que, mediante la mera excreción en la atmósfera de cinco kilos de carbono, tenemos derecho a zamparnos un kilo de kiwis aerotransportados desde Nueva Zelanda, maravilloso paisaje donde se rodó "El señor de los anillos".

Como en los abundantes pleitos electorales de España sólo se dirimen valores esenciales -la unidad, la nación, la relación entre el huevo y la gallina, la semejanza entre un presidente autonómico y un bote de Nocilla, los agravios al novio de Gina Lollobrigida-, el papel de la ecología está aquí dichosamente mitigado. Ahora la Narbona quiere que nos duchemos menos, pero es para homologarnos definitivamente con los europeos, que, con sólo un baño semanal y algo de cosmético, obtienen el mismo producto higiénico que nosotros. La polución es un anexo del progreso. En los improductivos tiempos de Franco se censuró por procaz una película de Hitchcock que terminaba con el protagonista contemplando de modo muy raro a la protagonista mientras una locomotora de un tren se internaba en el túnel. Estos días, grupos de políticos de confesión conservadora presumen ante la cámara mientras azuzan a una estirada taladradora tamaño XXXXL que penetra en lo más hondo de Madrid. Las obras de la M30 son un espectáculo de polución bestial y esos políticos recuerden a los zigotillos que maniobraban desde un falo en cierta película de Woody Allen. Por cierto, la taladradora es la mayor del mundo. En Madrid siempre la tuvieron más larga.

Agustín Jiménez.