MADRID 12 Dic. (OTR/PRESS) -
"No se acercan presos porque no se ha demostrado la voluntad inequívoca de ETA de abandonar la violencia" Con estas palabras se refería ayer el ministro del Interior Pérez Rubalcaba a la marcha, cada vez más larga y difícil, del llamado proceso de paz. Y aunque la obligación de un ministro es ser moderado, lo cierto es que se quedaba corto: no solo ETA no ha demostrado la "voluntad inequívoca" sino que no ha demostrado ni siquiera la voluntad de abandonar la violencia salvo los asesinatos, a los que nunca llegó a acostumbrarnos. Naturalmente esto es importante, pero no podemos hacer en la tentación de bendecir y/o agradecer que alguien no asesine. Hasta ahí podíamos llegar.
En sus declaraciones señalaba el ministro algo que ya habíamos apuntado algunos: la posible división interna dentro de la banda terrorista entre los que aceptarían el dialogo como única salida posible en este Siglo XXI y los eternos partidarios de continuar con la lucha armada, el tiro en la nuca y la extorsión. Paso en su momento y es posible que vuelva a pasara ahora.
Tal vez esa división interna explique las declaraciones del sábado del portavoz de los socialistas vascos en el Parlamento autonómico, José Antonio Pastor, sobre que el Gobierno intentó reunirse con ETA en agosto, pero la banda no respondió a su llamada. Naturalmente Pastor fue inmediatamente desautorizado por José Blanco con la famosa sentencia de "hay quien habla de los que no sabe y los que sabemos, no hablamos". Pues vale, pero no se lo cree ni él. Y acto seguido arremetió contra el PP como si el PP hubiera sido el culpable de lo dicho por Pastor.
Y esta es la segunda parte sobre la que merece la pena detenerse un momento. PSOE y PP están empeñados en hablar el uno del otro aunque no venga a cuento y esta política de descalificaciones la utiliza tanto el Gobierno como la oposición como el Partido Socialista. Resulta que sale ETA con un comunicado echando los pies por alto y amenazando a todos y el resultado es medio minuto de condena a la banda y un cuarto de hora de insultos de unos contra otros. Y naturalmente ETA encantada.
¿Quién empezó a utilizar el terrorismo como asunto electoral o partidista? A mí ya me da igual. Me niego a seguir mirando al pasado y a comparar las treguas de Aznar con la González y las de ambos con esta de Zapatero. No quiero perderme en lo que ya es irremediable sino encarar el futuro y en nombre -estoy seguro- de una inmensa mayoría, me atrevería no a pedir sino a exigir que Gobierno y oposición, PSOE y PP, se reúnan aunque sólo fuera una vez sin condiciones y no para resucitar o enterrar pasados sino para construir futuro, para ponerse de acuerdo comprometerse de una vez en que si Barrios mete la pata -un suponer- no llegue José Blanco y eche la culpa al PP. Y, naturalmente, también a contrario. ¿Es mucho pedir? Harán lo que quieran pero la ciudadanía no sólo no entiende esta absurda dialéctica sino que le produce un profundo rechazo, una arcada que tendrá su reflejo en las urnas y en la confianza del pueblo en su clase política, cada vez más escasa y más cansina.
Andrés Aberasturi.