MADRID 15 Dic. (OTR/PRESS) -
Este va a ser un fin de año duro muy especialmente para los que somos del todo incapaces de comer conejo; lo siento por el secretario general de Agricultura y Alimentación que, ante las subidas ya seriamente alarmante de los precios, canta las virtudes del conejo como plato para esta Navidad: "una carne sana, ligera, muy apetecible y barata". No entro en lo de sana y ligera, pero discrepo en los de muy apetecible (soy incapaz) y lo de barata, claro, según se compare y según se mire. Porque barato ya no hay absolutamente nada y el IPC ha decidido dispararse muy por encima de lo deseado por un Gobierno a tres meses de unas elecciones generales. Que Cataluña sea una nación o no lo sea, pude ser un tema de conversación y hasta de confrontación teórica y/o retórica, pero que suba la leche nuestra de cada día, el pan, la fruta y todo lo que está en nuestra cotidianeidad, eso ya es harina -cara- de otro costal que duele mucho más que la retórica.
Lo que uno no entiende es cómo hace unos años había que deshacerse de cereales en la Unión Europea para que los mercados (ay, siempre los mercados) no se desequilibraran y ahora resulta que la culpa de buena parte de la subida de precios la tienen precisamente esos cereales que antes sobraban. Habrá razones, claro, pero uno no termina de entenderlas.
Como tampoco se entiende la diferencia de los precios llamados en origen y los que luego pagamos cada quien en el súper del barrio. Hablas con agricultores y ganaderos y te demuestran con facturas en mano que lo suyo es una ruina, que cuesta más cosechar que lo que luego pagan los mayoristas. No sé muy bien cómo funciona ese mercado de intermediarios que una la naranja del árbol o el litro de leche recién ordeñado a esa misma naranja y ese mismo litro de leche ya colocado en la nevera, pero lo que está claro es que alguien, o muchos, se forran por el camino. Y es ahí donde esperas que un Gobierno intervenga por muy liberal que sea la economía. Una cosa es ganar dinero y otra abusar.
El resultado de esta subida ante unas elecciones, es doble: por una parte recomendar comer conejo y por la otra tirar de cheque regalo y/o cheque promesa y ver quien da más. Lo de ZP no tiene nombre: cheque por niño, por dientes, por votos para no cesar a Maleni, por alquileres y hasta por ex maridos sinvergüenzas que no pasan la pensión. Pero es que ahora llega Rajoy y descubre con asombro al aparecer lo que cobran los pensionistas que menos cobran y la miseria vergonzosa con lo que tiene que vivir una viuda en esta país. ¿Es que no la sabía ya? ¿Alguien se lo ha dicho a última hora?
Entre uno y otros sólo provocan cansancio y mal humor. No es serio este tiempo preelectoral ni son serios sus protagonistas; la política no puede hacerse así y no resulta ético aspirar a llegar al poder de una forma tan grosera, tan sucia, tan de patio de colegio. La gente, todos nosotros, demasiado silenciosos muchas veces, nos merecemos algo mejor que un barracón de feria con el micro a tope ofreciendo de regalo la muñeca chochona frente al perrito piloto que ofrece el barracón de enfrente.
Andrés Aberasturi.