MADRID 24 Abr. (OTR/PRESS) -
Hay cosas que no se entienden muy bien; ayer mismo, en el juicio por los atentados del 11-M, comparecieron como testigos tres etarras a los que, una vez sentados, el presidente Gómez Bermúdez ordenaba les fueran quitados "los grilletes" para su declaración. Ver a Henri Parot -tal vez el más sanguinario de los terroristas de ETA- constatar a las preguntas de las algunas defensas, no fue un plato de buen gusto. Pero el problema no es la desfachatez de los etarras que, naturalmente, no sabían nada, no recordaban nada y nada tenían que decir. Tampoco las risas y los desprecios de uno de ellos. Lo que no se entiende muy bien es por qué fueron llamados como testigos por la defensa de Jamal Zougam y Basel Galhyoun a los que representa el letrado José Luis Abascal. En la mayoría de las ocasiones pronunciaron únicamente monosílabos y sus más que presumibles testimonios no llegaron en total al cuarto de hora.
Como uno no sabe casi nada de juicios, debe confiar en que si el letrado Abascal reclama sus testimonios, sus razones tendrá, pero era evidente que nada se iba a sacar de sus declaraciones. Si se trataba de reforzar lo absurdo de la "teoría de la conspiración", tal vez se entienda el esfuerzo echando muy buena voluntad, pero el resto no hizo sino dar pies a una prueba más de que los etarras siguen chuleándose de todos y de todo y no pierden oportunidad para lanzar sus críticas al sistema: así cuando Henri Parot aseguró que el no elegía a sus compañeros de prisión sino que "se los ponía Instituciones Penitenciarias". Menos mal que Gómez Bermúdez ponía un cierto orden en las cosas y lo mismo echaba una reprimenda a Gorka Vidal, el primero y mas risueño de los testigos etarras que cortaba en seco algunas preguntas del letrado Abascal y algún otro que intentaban mezclar casos ya sentenciados de ETA con la vista del 11-M o pretendían que los testigos etarras se inculparan de hechos delictivos.
Esto de los juicios -macros o menos macros- tarde o temprano habrá que revisarlo a fondo porque estoy seguro de que es posible mantener intactas las garantías de un estado de derecho sin perder el tiempo en declaraciones inútiles que sólo alargan el proceso y hacen que luego las sentencias pasen desapercibidas.
¿Recuerdan el escándalo del llamado "fraude del lino? Seguramente no, pero fue portada durante muchos días en muchos diarios y tuvo también su ramificación política y partidista. Han pasado seis años y ahora la Audiencia Nacional absuelve a los 18 imputados. ¿Qué fue de sus vidas desde entonces? ¿Qué ganaron y qué perdieron en nada menos que seis años que ha durado el proceso? No es fácil calibrar y no me sirve que "la justicia sea lenta pero al final triunfa". Un veredicto de inocencia -más que el de culpabilidad- que se demora seis años -y no es de los mas largos- es imposible que haga justicia precisamente por su tardanza. Seis años en la picota de la duda, son muchos años.
Y hablando de tiempo, vuelvo al 11-M: ayer nos enteramos también que a un policía que resultó herido por la onda expansiva de la explosión de Leganés no se le ha indemnizado "por presentar la solicitud correspondiente fuera de plazo". ¡Ay si en todos los ámbitos hubiera tanta diligencia!
Andrés Aberasturi.