MADRID 9 Feb. (OTR/PRESS) -
Las voces independientes y libres de servidumbres cada vez son más numerosas y aunque prefieren la reflexión al grito, suenan fuerte en este dislate electoral: esto no es serio, los partidos, los dos grandes partidos, presionan sobre el electorado con las mismas técnicas que utilizarían para impresionar a un niño; cada vez el panorama se va pareciendo más al timo de la estampita y este pueblo tiene que aguantar estoicamente que le tomen por idiota. Las anécdotas se convierten en categoría, se creen que a fuerza de repetir las cosas, la realidad va a cambiar y abren la boca sin contar al menos hasta diez.
Lo de Arias Cañete no tiene nombre: además de una relativa tontería, eligió el peor ejemplo que podía elegir: la ya famosa mamografía hecha en un cuarto de hora vía urgencias. Y, naturalmente, la impresentable metedura de pata del ex ministro provocó una reacción igual de absurda cuando ZP se lamenta de que el PP niegue que "una pobre trabajadora", no recuerdo ya si peruana o colombiana, vaya a hacerse una mamografía a la Seguridad Social. Pues ni lo uno ni lo otro. Vaya par de gemelos que son el PSOE y el PP. Vaya drama para el país, que tiene que aguantar tales demagogias.
ZP sabe mejor que nadie que a las urgencias de la Sanidad española pueden acudir -y acuden- no sólo la "pobre trabajadora" colombiana sino toda persona que lo necesite sin otro requisito. Punto. Y también sabe el presidente -y si no lo sabe que le pregunte a su ministro de Sanidad y si él tampoco lo sabe que se den los dos una vuelta por las urgencias de la Seguridad Social- que, porcentualmente, la asistencia que se da a los inmigrantes es mucho mayor que a los nacionales. Es un hecho, está cuantificado y cualquiera que haya tenido la mala suerte de tener que acudir a estos servicios lo ha podido comprobar. Y es normal y está muy bien y, personalmente, me siento orgulloso de que sea así.
Y digo que es normal porque Arias Cañete tenía razón en el precio de la sanidad fuera de España. Otra cosa sería que, con el malísimo ejemplo, el ex ministro hubiera pedido la no cobertura sanitaria de los cotizantes, porque la "pobre trabajadora" de ZP, por el hecho de ser trabajadora, tiene todos los derechos que se derivan de su cotización. Y si resulta que ni trabaja, ni cotiza, ni tiene papeles, ni está legalmente en España, entonces entra en juego la conciencia de un país dispuesto a correr con esos gastos porque entiende que la salud y la vida no pueden estar sujetos a ninguna legalidad.
Pero estamos en campaña y parece que todo vale. Lo que durante una época se contuvo en la denominación "derecha extrema", ha pasado ya a denominarse claramente extrema derecha y se dice sin tapujos que el PP es xenófobo o racista. A mi esto me parece peligroso para la estabilidad social; saben que no es verdad y que lo del famoso "contrato" de Rajoy llamándolo de otra forma y estudiando más seriamente su contenido, es algo inevitable no sólo en España sino en Europa. Tachar de xenófobo a un partido con diez millones de votantes, puede que sea un buen camino para ganar unas elecciones, pero no contribuye, desde luego, a lograr esa armonía tan necesaria en cualquier democracia y mucho más en la democracia española.
Andrés Aberasturi.