MADRID 10 Mar. (OTR/PRESS) -
Rajoy se juega este sábado su primer órdago desde que se estrenó como líder accidental de la oposición -a él también le cabe esa definición- él iba para presidente. Los órdagos en la política y en el mus tienen mucha fuerza intimidatoria pero también mucho riesgo. Te los pueden querer y perderlos. Pero esta vez Rajoy lleva cartas. Una esencial: jamás se ha excarcelado a un etarra bajo chantaje de huelga de hambre. Eso, por muchas cortinas de humo de cifras, datos, y de "tu más", es dolorosamente inédito. Y eso lo sabe la gente. La sociedad española sufrió que durante muchos años siguiera en vigor un código penal franquista, el del 73, tras eliminar, eso sí, la pena de muerte, que sólo un gobierno terminal de González, después de mas de dos lustros de gobierno sin tocarlo, cambió. Pero siguió funcionando un mecanismo de redención de penas de autentica filfa. El escándalo hizo que en 2003 el gobierno de Aznar sacara adelante su propuesta de cumplimiento integro .
Ahora se quiere mezclar todo pero en esto la izquierda y la derecha se han diferenciado históricamente. La izquierda siempre ha sido más proclive a los derechos del reo, al espíritu constitucional de la reinserción y ha retardado y rebajado las pretensiones de endurecer leyes que la derecha, mas partidaria de lo que tradicionalmente se conoce como "mano dura". El propio presidente, como diputado y portavoz del PSOE rechazó en 1991 el cumplimiento integro de las penas propuesto por el PP por "reaccionario". Ahora la acusación de lo contrario al PP topa frontalmente con la memoria reciente y con las tragedias de Miguel Angel Blanco o el calvario de Ortega Lara. Por cierto, el nuevo lapsus de Zapatero ha sido de nuevo esclarecedor de su intimo sentir : "No es la primera vez que un Gobierno cede al chantaje de ETA" -dijo-, admitiendo pues, que él ha cedido.
La excarcelación de Iñaki de Juana Chaos ha sido un acto político, realizado bajo el chantaje de una huelga de hambre que lo exigía, sin precedentes en nuestra reciente historia . Rajoy ha elegido la calle y la manifestación -que parecían patrimonio de la izquierda - para contestarlo. La manifestación es un sentido derecho ciudadano pero, otro contrasentido, el diario "El Pais" con lenguaje franquista ,¡que sarcasmo!, lo tilda de "agitación callejera" lo que añadido a la defensa de acusar al PP de "mano blanda" coloca el debate en términos de pura esquizofrenia.
Todo ello indica el grado de nervios y tensión ante un momento clave. Hay que defenderse con todo porque está vez la oposición lleva buenas cartas. Tiene detrás una verdadera indignación popular que ni siquiera sus errores de bulto , el último la algarabía tabernaria del Senado que tanto ha ayudado a Zapatero, hacen descarrillar. Rajoy ha sacado el órdago a la calle pero también lo ha echado en casa. Ha tomado el mando de la movilización e impartido unas estrictas directrices. Rajoy sabe que hoy la jugada se la pueden echar a perder más las acciones de algunos propios que las de los contrarios. Que la mejor baza que al Gobierno le siguen quedando son quienes permiten con sus actitudes, símbolos e insultos que el viejo anatema "facha" caiga sobre todo el PP.
Mas importante aún que la inmensa multitud que, de eso no cabe ninguna duda, acudirá a la manifestación va a ser si de ella se desprende la imagen cívica, democrática y sensata que pretende Rajoy. Si consigue que ello cale en la sociedad española habrá dado un gigantesco paso. De la plaza del Colón, ante los ojos de toda España y no solo de sus partidarios, Rajoy saldrá este sábado como el líder de un partido serio y centrado que puede ganar unas elecciones o como el jefe de un PP poderoso, sí, pero bronco y exaltado abonado a seguir siendo una gritona oposición. Los órdagos también se pueden perder.
Antonio Pérez Henares.