MADRID 5 Abr. (OTR/PRESS) -
Estaba claro que con la presentación de ASB en el registro de partidos del Ministerio del Interior, llamada a fracasar por ser un burdo remedo de Batasuna, Rodríguez Zapatero se iba a adelantar en el marcador. La resuelta actuación de la Fiscalía y del la Abogacía del Estado lo confirman: ASB no podrá ser la cobertura legal de los amigos de ETA para presentarse a las elecciones municipales y forales de mayo.
Ahora está por ver si el Gobierno juega al ataque para golear a esta gente o, por el contrario, facilita el contraataque batasuno en forma de agrupaciones electorales. Aún admitiendo que ahora ya será más difícil demostrar su vinculación a un partido ilegalizado, por tratarse de más de 250 listas, seguirá siendo un problema de voluntad política. Si el Gobierno quiere realmente impedir el blanqueo electoral del brazo político de ETA, lo impedirá. Pero si está por facilitarlo, podría atenerse a ciertas formalidades legales que los abogados de Batasuna conocen. Sería uno más de los fraudes de ley que suelen cometer para lograr sus fines sin violar formalmente el Estado de Derecho.
Esa es la madre del codero. La impugnación oficial de las sucesivas marcas del brazo político de ETA para concurrir a los comicios del 27 de mayo no debe basarse en las formalidades sino en el convencimiento de que, con uno u otro nombre, se trata de gentes que quiere hacer política con la pistola. O con la amenaza de usarla. Ante lo cual, solo cabe plantearse dos hipótesis de incorporación de Batasuna al normal juego electoral y político propio de un sistema democrático. Una, la disolución de ETA. Y otra, en defecto de la anterior, la desvinculación fehaciente y comprobable de Batasuna -en ese u otro envase- respecto a la banda terrorista.
Aún si se diera una de esas dos hipótesis, o las dos a la vez, haría falta un cierto período de tiempo de garantía para completar la verificación. ¿Cuánto? Desde luego, más de los dos meses escasos que faltan para la celebración de las elecciones municipales. Aunque solo fuera por descartar la posibilidad de que esa gente cumpliera esas condiciones, o una de ellas -la desvinculación de ETA, por ejemplo-, en clave de oportunismo, solo como mero trámite para presentarse a las elecciones y olvidarse luego de lo formalizado.
Por eso me parece muy razonable la primera de las cuatro condiciones que, leídas en su día por el filósofo Fernando Savater ante la sede del Ministerio del Interior, el Gobierno debería observar en el desarrollo de la política antiterrorista. Esa primera condición consiste en que Batasuna debe continuar fuera del sistema mientras ETA siga siendo una banda terrorista activa. Y activa está, como hemos comprobado por desgracia a raíz de la desarticulación del 'Comando Donosti'.
Antonio Casado