MADRID 13 Oct. (OTR/PRESS) -
Para este martes, en la reunión del comité ejecutivo regional del PP valenciano, está prevista la consumación del cese temporal de su secretario general, Ricardo Costa. Por tres meses. Eso dice un SMS enviado desde Génova, sede nacional del partido, a última hora del viernes, tras una reunión extraordinaria y urgente del Comité de Derechos y Garantías del partido, presidido por la número, Maria Dolores de Cospedal.
Más o menos a esa hora, Ricardo Costa se marchaba de puente con la intención de hacer una caminata compostelana. Y con escasas intenciones de seguir los designios de Cospedal y Rajoy, que al parecer habían intentado presionar a Camps para retirarle de la circulación lo antes posible. Como Camps no lo consiguió, ellos tomaron la iniciativa y le hicieron el trabajo.
No está tan claro. O, al menos, no está tan claro que el desalojo de Costa sea apacible y, además, completo. Se supone que afectaría también a su cargo de portavoz en las Cortes valencianas, pues no tendría sentido entender que está contaminado por el caso Gürtel para ser secretario general, pero no para ser la banda sonora del PP en el Parlamento autonómico.
Hay que preguntarse si Costa dirá amén. Y si querrá asumir sin más su condición de chivo expiatorio en la versión valenciana de un caso de corrupción que afecta al partido. Sobre todo cuando ni siquiera está imputado como lo estuvo su propio jefe, Francisco Camps, por un presunto delito de 'cohecho impropio' (archivado por el TSJ de Valencia, a la espera de que el Tribunal Supremo determine si el archivo fue o no 'prematuro').
Costa no cae simpático por sus aires de superpijo. Pero es verdad que todo su enganche al caso Gürtel, por lo que se sabe hasta ahora, es una conversación con Álvaro Pérez ('El Bigotes'), donde éste reclama una deuda que ha de pagarle el Gobierno valenciano, así como haber sido receptor de unos regalos carísimos que él niega. Además, nunca fue responsable de las campañas electorales en las que el procesado Álvaro Pérez, 'El Bigotes' (Orange Market), se llevaba la parte del león a la hora de facturar. Y tampoco fue Costa, sino el propio Camps, quien le abrió las puertas de la Comunidad Valenciana a los negocios al mencionado Álvaro Pérez.
Con todos estos antecedentes, me temo que las declaraciones de Costa, si insiste en que no está dispuesto a comerse él solo el marrón, se van a convertir en un reguero de pólvora de esos que arden con la mirada. Con la mirada de Zaplana, sin ir más lejos, que le tiene ganas a Camps desde hace años. Me cuesta mucho, en fin, creer que Costa va a ser el cortafuegos de Camps. Más bien parece que va a ser la dichosa piña que salta ardiendo por encima del cortafuegos y cae a los pies del presidente de la Comunidad de Valencia.