Actualizado 26/10/2006 02:00

Antonio Casado.- El estado no se rinde

MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -

Los amigos de ETA que se manifestaban el martes por la tarde en el barrio pamplonés de la Rochapea, en protesta por la entrada de la Guardia Civil en las llamadas "herriko tabernas", clamaban contra la vía de la "represión" elegida por el Gobierno contra "los militantes de la izquierda abertzale". "Si esta es la paz de Zapatero, no la queremos", decía una de las pancartas. Más o menos a la misma hora, frente a la delegación de la Unión Europea en Madrid, militantes del PP y miembros de la Asociación de Víctimas que preside Francisco J. Alcaraz, clamaban contra la vía de la "rendición" elegida por el Gobierno y volvían a calificar de "traidor" y "mentiroso" a Zapatero. Es doctrina oficial del PP, como es sabido, que Zapatero está preparando la claudicación del Estado ante la banda terrorista. Pero eso no cuadra ni con la posición pública de Batasuna, que denuncia un día sí y otro también el acoso judicial y policial contra su gente, ni con el funcionamiento real y cotidiano del Estado, del que hemos tenido pruebas muy recientes con la liquidación patrimonial de Batasuna o el procesamiento masivo de sus líderes.

El caso es que los amigos de ETA hablan de "represión" mientras que el PP habla de "rendición". Las dos cosas no pueden ser verdad al mismo tiempo. En esa perplejidad se mueven millones de españoles que quieren de buena fe la desaparición de ETA y no entienden la insensata falta de sintonía de nuestras dos principales fuerzas políticas para remar juntos hacia esa meta común. Esa misma perplejidad se debió apoderar de los eurodiputados no españoles cuando este miércoles se trasladó al Parlamento Europeo la desunión PSOE-PP respecto al llamado "proceso de paz", tal y como lo concibe el actual Gobierno democrático de España. A su manera y en virtud del mandato obtenido en las urnas para dirigir la política nacional, Zapatero intenta acabar con ETA como a su manera y en virtud de sus respectivos mandatos lo intentaron antes todos sus predecesores, desde Aznar a Suárez, pasando por González. Esa capacidad legal y política que habilita a Zapatero para intentar el fin del terrorismo, sin perjuicio del legítimo derecho a la discrepancia que tienen todos los ciudadanos y muy especialmente la oposición parlamentaria, también forma parte del Estado de Derecho. Sus reglas se violan cuando, más allá del derecho a la crítica, se alimentan climas artificiales y se hacen gravísimos juicios de intención, como el de atribuir al Gobierno de la Nación el propósito de rendir el Estado a una banda terrorista.

Antonio Casado.

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