Actualizado 21/07/2007 02:00

Antonio Casado.- Piqué se despide

MADRID 21 Jul. (OTR/PRESS) -

Josep Piqué ha dimitido de forma irrevocable como presidente del PP en Cataluña y renuncia al acta de diputado en el Parlament. Si lo traducimos al román paladino basta decir que Piqué se marcha cansado de ser el patito feo de este partido. Dice que mantiene la militancia pero le ha puesto muy difícil la repesca a Mariano Rajoy. Tiene toda la pinta de ser una espantada definitiva pero vaya usted a saber.

Pleito de familia en las filas del PP enseguida aprovechado por los socialistas para echar leña al fuego. Como hubiera ocurrido y de hecho ocurre, por la otra parte, con los problemas internos del PSOE. Así es de sucia la política. El caso es que el portavoz del grupo parlamentario socialista, López Garrido, acudió al bote pronto y no tardó ni un minuto en denunciar "la incapacidad de Mariano Rajoy para liderar el partido". Primera en la frente. La segunda: "Rajoy se aleja de Merkel y Sarkozy y se acerca cada vez más a los hermanos Kaczynski".

Que había una colisión casi estructural entre la oferta política del PP nacional, personalizada en Rajoy, respecto a la del PP catalán, personalizada en Piqué, era un secreto a voces. Baste recordar aquellas declaraciones en las que identificó con el "pasado" a Acebes y Zaplana, los principales colaboradores de Rajoy. O su más reciente felicitación pública a la selección catalana de hockey en una competición intrernacional. Por no recordar el trasfondo de su discurso, donde habita una impugnación permanente de los tres fardos que arrastra la actual dirección nacional del PP: el aznarismo, el luto del 14-M y el peso desproporcionado del terrorismo en el ejercicio de la oposición parlamentaria al Gobierno.

Con estos antecedentes, el pretexto para la espantada es lo de menos. Dice haberse sentido desautorizado con ocasión de unos nombramientos en el PP catalán destinados a afrontar las elecciones generales. Según Génova, habían sido pactados con el número dos del partido, Angel Acebes, pero ciertas fuentes de Génova (sede central del PP) los filtraron a la Prensa como "imposición" de la dirección nacional. El fondo de la cuestión es otro. Piqué quiso catalanizar el PP desde posiciones moderadas y la tarea se ha revelado imposible. La raro es que el desenlace se haya hecho esperar tanto tiempo. Al final, el ex ministro de Aznar se ha convencido de que cualquier intento de blanquear a su partido en Cataluña solo podría conducir a la melancolía.

No tenía sitio en el tigre alocado sobre el que cabalga Mariano Rajoy. Tardó en asumirlo con todas las consecuencias. Le mantenía la esperanza de que el sucesor de Aznar buscase el norte en zonas templadas de la política. Se equivocó. Ahora deja paso a "otras personas más próximas a la línea oficial". El propio Piqué lo sugiere en su carta de dimisión. A esos efectos facilita a Rajoy el camino del enésimo palo de ciego en la larga y penosa marcha del PP por los caminos de la política catalana.

Antonio Casado.

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