Actualizado 27/10/2009 13:00

Antonio Casado.- Al PP le gusta el Faisán.

MADRID 27 Oct. (OTR/PRESS) -

Dice Rajoy que no está dispuesto a permitir el cerrojazo al caso Faisán. Así lo viene acreditando desde el punto de vista político, lo que incluye el uso del chivatazo policial como un elemento más de confrontación en la reyerta diaria contra el Gobierno. Y más precisamente, la petición de comparecencia parlamentaria del ministro Rubalcaba y del fiscal Conde Pumpido, para que cuenten lo ocurrido en el bar Faisán el 4 de mayo de 2006.

Don Mariano se refiere también al cerrojazo judicial. Por ahí va la personación del PP como acusación particular en la causa, pendiente de que el juez (Baltasar Garzón, mire usted por donde), decida sobre la solicitud de archivo formulada por el fiscal del caso, Carlos Miguel Bautista. Federico Trillo, responsable de Justicia del partido, explica la motivación. Alega que "ya que no lo hace el fiscal, como sería su deber, vamos a impulsar nosotros esta iniciativa para ir hasta el final" porque, de no seguir con la investigación, "quedaría en entredicho la profesionalidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, también su dignidad, e incluso las políticas antiterroristas del Gobierno".

Algunos creemos que lo que compromete la política antiterrorista y pone en entredicho la profesionalidad de la Policía es este empeño del PP en meter la mano en el avispero de la lucha contra ETA, donde, como él y su partido saben perfectamente, porque han gobernado y quieren volver a gobernar, no todo se puede y se debe explicar en nombre del principio de transparencia. Sobre todo en el contexto de acoso policial a la banda terrorista que está produciendo excelentes resultados.

Es más cierto que el PP quiere hacer olas más altas que las del caso Gürtel y ha decidido utilizar el caso Faisán (soplo policial que alertó a un miembro de la red de extorsión de ETA de que iba a ser detenido) contra el Gobierno y la Fiscalía General, a los que, junto al juez Garzón, sitúa en una sofisticada conjura para reventar las expectativas electorales del PP. Lo demás le importa más bien poco. Al menos si tomamos como referencia su irresponsable actuación en el caso Faisán.

Al PP no le importa dar cuartos al pregonero en una historia de topos y confidentes que en su contexto forma parte de la lucha contra ETA. No le importa que los responsables policiales en el País Vasco estén incómodos con el trato especulativo del asunto del Bar Faisán, Tampoco le importa que el fiscal haya hecho una exhaustiva labor indagatoria, con todo tipo de pruebas testificales, documentales, ruedas de reconocimiento, intervenciones telefónicas, comisiones rogatorias, etc. Una investigación de más de dos años que han llevado al fiscal, en el ejercicio de su función institucional, a pedir el archivo de la causa por falta de pruebas. Pero, por lo que se ve, algunos se pasan por el arco del triunfo la función del fiscal si no encaja en sus procesos de asignación de intenciones ajenas.

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