Actualizado 10/07/2007 02:00

Antonio Casado.- Rajoy, desorientado

MADRID 10 Jul. (OTR/PRESS) -

Hubo que abrirse paso entre el espejismo y la intoxicación, pero superados los primeros efectos de lo uno y lo otro no hubo duda respecto al resultado del debate sobre el estado de la Nación. Y si la había, se despejó al conocer los tres argumentos más utilizados por el PP para reconocer el pinchazo de su jefe. El primero, las minorías de la oposición (IU, CiU, PNV, CC y otros) se empiezan a alejar del Gobierno. El segundo, no era debate de investidura de Rajoy ni una moción de censura (constructiva, claro). Y el tercero, Zapatero jugó con ventaja por el uso ilimitado del tiempo en las intervenciones.

Estos argumentos pueden razonarse pero no explican las causas de la desventaja de Rajoy en el marcador ni el porqué de sus horas bajas. En vez de agitar las consabidas soflamas contra el Gobierno, rotas de tanto usarlas, el estado mayor del PP debería revisar una estrategia perdida en los tres errores de fondo que han condicionado la línea política de Rajoy a lo largo de estos tres últimos años. El primero la inercia aznarista. El segundo, el luto del 14-M. Y el tercero, el desproporcionado peso de ETA en su discurso de oposición. Todo eso puso en circulación un discurso virtual y catastrofista que no casa con el día a día de los ciudadanos. El PP se ha pasado estos tres años tratando de hacernos ver que España ser rompe, se divide y se rinde ante ETA en manos de un presidente incompetente, desleal y mentiroso, más cercano a los terroristas que a sus víctimas. Pero España no responde en absoluto a esa imagen elaborada en las factorías políticas y mediáticas de un PP que sigue viendo a Zapatero como el efecto pasajero de un "accidente".

Y nada permite suponer, por ahora, que Rajoy y su gente vayan a emprender el camino de la rectificación. De lo contrario no perderían ni un minuto más en batallas tan absurdas como la de las actas de ETA, donde se comprueba que el PP no se ha molestado en cambiar de discurso ante la situación -nueva, por supuesto-, creada con la ruptura del llamado "proceso". Carece de sentido seguir argumentando en base a una supuesta continuidad de las "negociaciones" mientras se otorga más credibilidad a una banda terrorista que al Gobierno de la Nación. Eso permite deducir que la ruptura del alto el fuego por parte de ETA ha roto el discurso del PP o, al menos, le ha ocasionado serios desperfectos.

Si sus dirigentes quieren recuperar el pulso harían bien en asumir cuanto antes que su capacidad de maniobra, cuyo eje era la impugnación de la política antiterrorista de Zapatero, ha quedado visiblemente disminuida desde el comunicado difundido por ETA el 5 de junio. Quien haya mirado con cierta distancia lo ocurrido en el debate se habrá dado cuenta del achique de espacios que ETA ha producido en el PP. Sin atentados, su discurso se apoyará en el vacío. Y con atentados, no le quedará otra que apoyar al Gobierno.

Antonio Casado.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Sánchez, al fin, sale a la ofensiva, pero ¿qué ofensiva?

Foto del autor

Antonio Casado

Memoria de Rubalcaba

Foto del autor

Fermín Bocos

Annus horribilis

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Castillo de naipes