Actualizado 05/02/2009 01:00

Antonio Casado.- Wyoming, un gran payaso

MADRID 5 Feb. (OTR/PRESS) -

Me parece injusto que se descalifique al cómico Wyoming por urdir un montaje contra un medio y un programa que le tiene declarada la guerra (Intereconomía, Más se perdió en Cuba) y se haga la vista gorda con los medios y los programas que recurren sistemáticamente al insulto, la mentira, la manipulación y el verbo denigratorio frente al discrepante. Y eso es, a mi juicio, más grave que la maliciosa filtración de un montaje, a modo de cebo, para poner en ridículo a un competidor.

Más allá de la guerra por las audiencias entre las cadenas de televisión, hay una cuestión de principios. Es en ese terreno, el de la ética profesional, en el que se ha movido el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, al reprobar públicamente el uso de métodos engañosos que atentan contra las reglas del periodismo.

Es evidente que Wyoming ha utilizado un método engañoso (una trampa, una celada, un señuelo prefabricado). Eso no puede defenderlo el presidente de los periodistas ni nadie lo bastante íntegro como para no haber perdido ya todas las luces de posición en materia de buenas prácticas profesionales. Algunos quedarán todavía.

Pero me parece excesivo que el rasgado de vestiduras se haga precisamente a costa de un programa satírico ("El Intermedio", la Sexta), con la que está cayendo en el obsceno amontonamiento de lo político y lo mediático (guerras de dossiers), en ciertos espacios presuntamente informativos (predicadores del alba) o en los llamados programas "rosa" (tráfico de intimidades). Malas prácticas de nuestro oficio. Se han hecho tan habituales que ya nos parecen normales, e incluso divertidos, los insultos, los golpes bajos, las descalificaciones personales y las soflamas en boca de un periodista.

En cambio, nos hemos ido a caer del guindo con un cómico ("titiritero", en el lenguaje denigratorio de sus adversarios) y un programa-espectáculo, que no es ni pretende ser un espacio informativo). La medida de su acierto, o de su éxito, como producto televisivo, la da precisamente el cultivo de la farsa, la impostura, la sobreactuación, la parodia, la caricatura. Todo lo que necesita un payaso para alcanzar la excelencia.

Payaso, sí, y a mucha honra, es el que consigue hacernos reír mediante el engaño, la máscara, la suplantación... Y yo me he hartado de reír con la celada que Wyoming tendió a esta gente de la derecha sin complejos.

Antonio Casado.

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