Actualizado 23/11/2006 01:00

Antonio Casado.- Zapatero y el CIS

MADRID 23 Nov. (OTR/PRESS) -

En Moncloa están perplejos. No entienden que la buena marcha de la economía sea irrelevante frente los tratos reales o imaginarios del Gobierno con ETA. Mejor dicho, no entienden que los españoles solo vean la realidad a través del accidentado "proceso" para acabar con el terrorismo en España. Al menos cuando se retratan ante los sondeos del CIS o cuando llega la hora de interpretar ese retrato en términos de estimación de voto.

Por si acaso, cinco minutos después de ventearse la relación entre los resultados del último barómetro y la tambaleante marcha del llamado "proceso de paz", según Zapatero; o de "solución del conflicto", según Otegui; o de "negociación política", según Rajoy; o de "rearme de ETA", según Acebes"; o de "rendición", según Alcaraz, o de vaya usted a saber, el presidente del Gobierno salía en tromba a pregonar que la economía española está en su mejor momento y que tiene un futuro muy prometedor.

Y, sin embargo, se mueve, como diría Galileo si se dedicara a descifrar la evolución del voto en la lucha por el poder (perdón por la blasfemia). Además, el mensajero no es sospechoso. El clarinazo sale de las entrañas oficiales de la oca. O sea, del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), que depende del Gobierno y acaba de convertirse en el heraldo del empate técnico entre el PSOE y el PP: 1,4 puntos de distancia para un error de 2 puntos de más o de menos. Eso supone la reinstalación del síndrome del piloto borracho entre políticos y periodistas, que son los figurantes de esta democracia declarativa y palabrera no siempre acompasada al ritmo de las preocupaciones reales del ciudadano corriente. Sin ir más lejos, el terrorismo está en el cuarto lugar del ranking de problemas que preocupan a los españoles. Pero los figurantes se las han arreglado para presentarlo como una bomba adosada a los cimientos del Estado que conviene desactivar cuanto antes.

A falta de algo mejor para desestabilizar al Gobierno de Zapatero, el PP ha colocado este sensible asunto en el centro de su apuesta electoral. Con adherencias extrañas al propio pensamiento de Rajoy, que a veces parece rehén de una partitura ajena, en base a recursos dialécticos tales como la soflama, la insidia, la sospecha improbable, la mentira repetida, el juicio de intenciones y la personalización de todos los males en la figura del presidente del Gobierno.

Lo malo es que el PP cree que la última encuesta del CIS viene a darle la razón y se ratifica en su apuesta. Mal asunto porque si la gana significará que ETA ha vuelto a las andadas ¿Me explico?

Antonio Casado.

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