MADRID 19 Oct. (OTR/PRESS) -
Se lamenta Joan Puigcercós en una entrevista en televisión de no poder pasear con tranquilidad por Madrid desde que comenzó el debate del Estatut sin que alguien le insulte o le increpe. Hasta entonces, aclara, no había tenido este tipo de problemas como sí los tenía Iñaki Anasagasti quien vivía, según le comentó el vasco, prácticamente recluido en su hotel madrileño para evitar incidentes callejeros.
A partir de ese momento entendió Puigcercós el obligado enclaustramiento del senador del PNV, aunque matiza que quienes ejercen actitudes intolerantes son una minoría que no empaña el comportamiento, por lo general respetuoso hacia su persona, que percibe en Madrid. Desconocía que Puigcercós y otros dirigentes nacionalistas, catalanes o vascos hubieran sufrido algún tipo de violencia verbal en Madrid, una ciudad que se caracteriza, en efecto, por ser respetuosa, transigente y hospitalaria con quienes recalan en ella, aunque no me sorprende. Y tampoco es comparable ni mucho menos, por condenables que son todos los incidentes de este tipo, la presión que Puigcercós o Anasagasti hayan podido sentir en Madrid, con que la que han sufrido durante décadas en el Pais Vasco, los despectivamente calificados de "españolazos", muchos de ellos fueron asesinados y en el mejor de los casos emprendieron el camino del exilio, o la que padecen ahora los dirigentes y militantes del PP en Cataluña.
¿Se ha preguntado Puigcercós si esos improperios que le han dirigido alguna vez en Madrid no estarán directamente relacionados con la política de rechazo y agresión hacia lo "español" que practican dirigentes de ERC? ¿ Acaso no tienen motivos los militantes madrileños del PP para sentirse ofendidos e irritados por las agresiones que padecen sus compañeros en Cataluña a los que se les impide ,en ocasiones, celebrar sus actos políticos con normalidad democrática? No ayudan precisamente a mejorar la convivencia pacifica y en libertad, dentro y fuera de Cataluña, insultos como los que la mujer de Carod Rovira dedica a la gente del PP a los que llama "hijos de puta" o lemas de campaña zafios, provocadores y groseros como "fóllate a la derecha" impreso en el envoltorio de un condón , que los comunistas de Iniciativa han elegido para descalificar al adversario político. Un caso mas de imaginación puesta al servicio de la provocación y el insulto. Y luego se lamentan Puicercós o Anasagasti de no poder pasear tranquilamente por las aceras de Madrid o de otras partes de España, sin que algún intolerante les miente a la madre.
Antonio Jiménez.