MADRID 8 Dic. (OTR/PRESS) -
Con la llamada "sociedad civil" y mas de tres cuartas partes de la clase política de puente, fue meritorio el esfuerzo del presidente del Congreso por no cerrar la cámara y largarse con viento fresco antes que oficiar de anfitrión de la desangelada y descriptible recepción con motivo del 28 cumpleaños de la Carta Magna. Cada aniversario que pasa hay más desertores del día conmemorativo de la Constitución justo ahora que pasa por sus momentos menos felices. No es estimulante ni satisfactorio que sólo dos presidentes autonómicos se dieran cita en los fríos salones y pasillos del edificio de la Carrera de San Jerónimo.
Bien es cierto que ninguna ausencia fue tan clamorosa e injustificable como la del ministro de Defensa, José Antonio Alonso, en el acto de izado y homenaje a la bandera española en la plaza de Colón que sus antecesores en el cargo, Trillo y Bono, cuidaron e impulsaron con sus presencias. No es baladí, salvo por fuerza mayor, que el ministro de Defensa haga "novillos" del acto que simboliza la identificación de las Fuerzas Armadas con la Constitución. En política los gestos cuentan tanto como los hechos y hay suficientes ejemplos sobre presencias y ausencias que por inoportunas y evidentes han generado ingratas consecuencias. No es este el caso de Manuel Marín quien se sobrepuso al deslucido ambiente de la conmemoración constitucional y brindó una medida y certera alocución muy acorde con los tiempos políticos de desencuentros e incertidumbres que corren.
El presidente del Congreso apeló al consenso , al acuerdo de socialistas y populares, en las grandes cuestiones de Estado como la política antiterrorista y todos, incluidos Zapatero y Rajoy, aplaudieron asintiendo. Dicho lo cual , el presidente del Gobierno y el líder de la oposición se dieron nuevamente la espalda y siguieron distantes y lejanos cada uno a lo suyo. El empeño de Marín por rememorar los fructíferos años del consenso constitucional como ejemplo de diálogo, concordia , respeto, y buena educación democráticas chocó con el ambiente político del momento demasiado tenso y enconado. Extramuros del Congreso "cuatro" nostálgicos pertrechados de tricolores republicanas y banderas comunistas arremetían contra la Carta Magna que paradójicamente les garantiza su libertad de expresión con insultos, incluidos, a la Familia Real. Una minoría minoritaria de radicales que ha encontrado, sin embargo, en algunas políticas de este Gobierno, como la de la "memoria histórica", una excesiva e incomprensible condescendencia que ha servido para reabrir viejas heridas "guerracivilistas" y atizar de nuevo el enfrentamiento de las dos España que habíamos creído enterradas hace 28 años, justo los que acaba de cumplir la Constitución del consenso.
Antonio Jiménez.