Actualizado 10/07/2012 14:00

Antonio Pérez Henares.- La crisis gangrenada del PSOE.

MADRID 10 Jul. (OTR/PRESS) -

La obligada y casi exclusiva atención a la crítica situación económica, social y financiera por la que atraviesa España y a las angustias gubernamentales por intentar escapar del abismo han dejado en muy segundo plano y casi fuera de foco al partido que nos gobernó durante los ocho últimos años y hasta hace apenas siete meses. Un partido hegemónico en el conjunto de nuestra reciente historia democrática (21 años en Moncloa) que transita con cierta sordina por la peor situación electoral y de poder de su recorrido.

Los problemas generales y las zozobras del Gobierno y su partido, el PP, en su momento más álgido pero al mismo tiempo el más amargo por la situación a que se enfrentan, ocultan que en el otro lado del espectro político, el PSOE se debate en una crisis de enorme calado, aunque larvada, en la que no parece encontrar salida, ni líder ni mensaje.

Tras la estrepitosa derrota en municipales, autonómicas y generales, tuvo el consuelo de resistir en Andalucía y avanzar en Asturias, aunque siempre con la tutela y el imprescindible concurso de Izquierda Unida que es la fuerza emergente en ese territorio y que de ser un partido residual y hoy báculo necesario puede ser pasado mañana la principal amenaza. Pero el PSOE parece no haber asumido ni la trascendencia de lo primero ni la deriva de lo segundo.

La impresión es que en absoluto parecen haber realizado, a tenor de sus comportamientos y expresiones, la más mínima reflexión y ya no digamos autocrítica de su responsabilidad en el estado en que dejaron el país tras los ocho años de Zapatero en el gobierno. Ni siquiera parecen haber comprendido el estado, similar en cuanto a malo, en que el liderazgo de ZP dejó al propio partido.

Su congreso fue la mejor medida de su desconexión con la realidad y la persistencia de los unos, Chacón y su persistente delirio del vaporoso zapaterismo, y los otros, un Rubalcaba en la pretensión de volver a glorias y estilos pasados pretendiendo no haber siquiera estado en lo inmediato. Y en eso siguen. Ganó Rubalcaba por los pelos una secretaria general pero de ahí al verdadero liderato dista un mundo. Comenzó su labor de oposición jugando a dos barajas, una la de responsable hombre de Estado, la otra la de alentador de cualquier conflicto que viniera a mano. En el fondo en ninguna de las dos creíble, porque los ciudadanos tienen muy claro en su memoria y su retina que él y su partido no están ahí ni de nuevos ni en virginal inocencia de lo que ahora nos sucede. Los señalan con toda claridad como responsables, por mucho que ellos pretendan no acordarse siquiera, de sus propias y tan recientes acciones.

Esa es, antes que ninguna otra, la losa que pesa sobre el PSOE. La que una vez más y esta más dolorosa por afín descubría la encuesta de El País. Sufre desgaste el Gobierno y el PP, pero todavía se castiga más a los socialistas. Un algo así como "estos de ahora no convencen, no vemos que nos saquen del hoyo, pero ustedes mejor les vale callarse porque fueron quienes nos metieron y que levanten ahora el pito hasta nos ofende".

Ese es el clima exterior. Pero el interior está aún más gangrenado. Sordamente, pero con creciente encono, la tensión aumenta. Ni Rubalcaba ni su equipo se consolidan. A Alfredo le crece la desafección por donde pasa y de sus cercanos tan solo Oscar López viste con cierta dignidad el cargo. Elena Valenciano carece de autoridad y apenas nadie se la reconoce y de la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, crecientemente sobreactuada, utiliza siempre la misma munición para todos los combates, solo va a quedar el poso de llamarse igual que la otra, la primera. El bando opositor es una mezcolanza, donde cada uno busca su opción y su acomodo, donde menudean los cadáveres políticos y los restos de tanto naufragio. De eso hay en todos y lo peor cuando algún buque aun se ha salvado, como el andaluz, resulta que la oficialidad anda a palos. Peor no podía haber ido el Congreso. Y eso que todavía no quieren ver llegar lo que más pronto que tarde les alcanzará a muchos: el brazo, lento, pero definitivo de la justicia. Lo que la comisión pactada con los compadres de IU de no tocar a los jefes no vale para la fiscalía.

El PSOE transita por su crisis, con la mirada y la esperanza puestas únicamente en un cataclismo. En la hecatombe de España, su intervención por la UE y la salida forzada de Rajoy. Ese es el plazo corto de Rubalcaba. Por si tal no ocurriera, Chacón o cualquier otro, que los hay ya preparados, vislumbran horizontes de primarias. No caen quizás en la cuenta de que el cataclismo a la griega puede que a los primeros que se llevará por delante fuera a ellos. Como se llevó a sus hermanos del Pasok.

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