MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -
No hace falta que lo digan las encuestas. Se palpa en la calle y en cualquier conversación. Las gentes andan en buena medida escamadas de los políticos en general, y de los grandes partidos en particular. Las consecuencias son obvias. La primera es que el desdén a las urnas y la abstención pueden crecer de manera muy notable. La segunda que tanto populares como socialistas pueden sufrir un serio descalabro en sus tradicionales niveles de voto, aunque el PSOE ya esté bajo mínimos. En 2011 cosechó, no se olvide, el peor resultado electoral de su historia desde el restablecimiento de la democracia, por debajo en porcentaje y escaños al de 1977.
Sobre ello, que algunos profetizan como el fin del bipartidismo, se seguirá teorizando mucho y aún más cuando se acerquen elecciones y puede que se recrudezca cuando se produzcan las europeas que es cuando la ciudadanía suele ajustar cuentas con los grandes y dispersar mucho más su voto, porque de alguna manera piensa que es donde mejor puede castigar sin hacerse demasiado daño. Pero no se habla tanto del futuro de los minoritarios, de quienes están ahora creciendo y que pueden configurar las mayoría de mañana.
Es indudable que Izquierda Unida es el primer beneficiario del resquebrajamiento generalizado del PSOE. Subirá, desde luego, pero ¿cuánto?. Y en eso es donde están muchas de mis dudas. Puede que haya quien piense en el "sorpaso", en que sustituya al PSOE en su hegemonía, similar a lo sucedido en Grecia, y hubo momentos en que hasta se vislumbró esa posibilidad. Pero a la luz de lo que va sucediendo personalmente la veo cada vez más alejada. Hay como un cierto techo con el que parece haberse topado. Tiene lógica: su mensaje y sus propuestas. Atraen a un votante pero alejan a otro. Sus críticas son mucho más compartidas que sus recetas. Pero tienen una virtud, no engañan a nadie. Ahí han estado siempre. Pero también pueden quedarse como están, con retoque al alza para siempre. Como báculo y muleta, que cuando al otro ya puede andar se desprende.
UpyD se perfila como el otro gran beneficiado. Se supone que extrae votos de ambos costados, aunque a uno le parece que en este momento bastante más por la derecha que por la izquierda. Su líder, cuyo protagonismo casi exclusivo tuvo pros pero empieza a tener contras, dice que hay millones que no saben todavía que son de UpyD. Bueno, pero también puede empezar a haber quienes cuando el partido se define, incline y pacte comprenda que resulten no ser lo que pensaban. La prueba del algodón estará en las municipales pero ya empieza a haber algunos síntomas en el azulejo. Se percibe que empieza a aumentar la tentación de un todos contra el PP y que para ello se vota con cualquiera. Hasta con Bildu en contra de la Ley de Educación. Se supone que por motivos bien diferentes. Pero ¿cuáles son los de UpyD?. Los de Bildu, ERC , CiU y PNV son bien sabidos, porque temen que haya algo más de lo que une a España. Y UpyD vota con ellos y hasta se hizo una foto de todos juntitos, protagonizada por Rubalcaba, el hombre que alumbró la Logse, que nos ha llevado a la cola de resultados en toda Europa. Cuando los votantes que le vienen de la derecha comprueben, por ejemplo, que puede aliarse con partidarios de los Paisos Catalans que votan en Valencia o en Mallorca, a lo mejor su opinión y su voto vuelven al redil o se quedan en casa.
Eso sí no entra el tercero en discordia. Ciudadanos. Emergente de manera continuada y ascendente en Cataluña, al joven partido se le están descosiendo las costuras territoriales. Su mensaje se escucha y se valora en España de manera creciente. Se le espera, pero no acaba de llegar. Y ello puede resultar muy peligroso, la naturaleza odia el vacío y tiende a ocuparlo. Es más fácil conseguir el voto "suelto" que el que ya se ha pronunciado y eso puede sucederles. Tiene toda la pinta que lo saben, pero si el tren pasa y no montan, el arroz a quien puede pasárseles es a ellos.