Actualizado 07/07/2007 02:00

Antonio Pérez Henares.- Zapatero, crecido, suelta lastre

MADRID 7 Jul. (OTR/PRESS) -

Maria Antonia Trujillo no paraba de reír orondamente durante el Debate del Estado de la Nación como si su gestión fuera la más valorada por la ciudadanía. Carmen Calvo, vestida de algo, el día del jolgorio gay (que fiestón de todos y para todos el que se montó en Madrid) declaraba 'urbi et orbi' enmendando la plana a la mismísima Declaración Universal de Derechos Humanos, que para ella la libertad esencial y prioritaria era la sexual. En su caso , bien mirado, debiera ir precedida de la de decir y hacer cuantas tonterías se desee. Y luego cuando te las señalan, afirmar que tal crítica es machista y que se la llama tonta porque es mujer. Y no. Carmen Calvo ha demostrado con sobresaliente cum laude, ser tonta por si misma, con independencia de sexo.

Elena Salgado aseguraba ayer mismo ante los médicos que "la estrategia de cuidados paliativos ayudara a morir en paz" tal vez ya sabiendo que era lo que le acaban de aplicar a ella, que otra cosa no es que se te manden a un ministerio que no existe y de donde sale un ministro al que nadie conoce como tal. Porque el cuarto damnificado ha sido Jordi Sevilla, de quien el pueblo español no tiene la menor idea de que haya sido ni siquiera ministro ni la más remota idea de a que se dedica ese ministerio, al que va a bien morir la Salgado después de habernos querido agriarnos a todos la manera de vivir. Sus prohibiciones de monja alférez y dama del ejército de salvación le serán ahora muy recordadas por los incontables amigos que hizo entre los presidentes autonómicos, tanto socialistas como populares, con su ley del vino.

Zapatero los ha cesado, insisto que a los cuatro, de ministros. Ha soltado lastre y se ha quitado problemas de encima y algún tonto. Y los ha cambiado, en principio, para bien. Molina, Soria y Chacón tienen mas fuste, mas preparación y son personalidades de mérito en lo suyo. Carmen Chacón es una política de emergente y ya continuada trayectoria, con don de gentes y con mucho más en la cabeza que su eterna sonrisa en la cara, que también cuenta. Pero Zapatero se ha quedado muy corto. Porque ha dejado en el Gobierno, una buena colección de mantas (sin distinción de sexo) y entre ellos sobresaliendo y muy mimada a su peor rémora: la talibán ecologista Cristina Narbona. Después de satanizar trasvases y pantanos, beatificar desaladoras, enfrentarse con los agricultores, con los ganaderos, con los toros, con los pescadores, con los cazadores y hasta con los que apagan los fuegos, ahora al revés que toda Europa que se aferra al clavo limpio, independiente y sostenible de la energía nuclear, ella quiere antes de 2030 cerrar todas nuestras centrales nucleares. Sólo porque se lo ha dicho, tras subvención de algún millón de euros, algún araujo.

Zapatero hace esta 'minicrisis' muy crecido y en clave netamente electoral. Es su segundo acto de campaña, la que empezó esta pasada semana en el Congreso de los Diputados y de la que cree haber salido mas victorioso que Almanzor. Pero la realidad virtual que provoca el hemiciclo y sus psicología de barco metido en una botella no deja ver que lo que parece hoy tan positivo, ese discurso triunfal y esa nueva tramoya escénica llevan dinamita escondida en las entrañas. Porque si para algo tiene que prepararse el pueblo español, no seamos ingenuos, es para tiempos duros y, no se puede ser optimista, posiblemente sangrientos. Las risas y celebraciones pueden volverse a hacer rictus amargo y derrotado en cuando topen con la realidad que nos amenaza. Algo de ello debería haber aprendido el presidente tras su parte triunfal del 28 de diciembre de 2006. Si entonces tenía alguna razón, que se vio, que no, hoy desde luego carece de todas. Cuando vengan los hechos con las rebajas veremos que queda de las palabras. Y veremos para entonces que queda de los nuevos y flamantes ministros, cuando ya se haya pasado la hora de las alabanzas.

Antonio Pérez Henares

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