MADRID 12 Nov. (OTR/PRESS) -
Hace tiempo que las autoridades sanitarias obligan a los fabricantes de tabaco a advertir en sus cajetillas que su producto mata, produce infertilidad y daña a los que están alrededor del fumador.
Los productos nocivos no necesariamente están prohibidos, pero debe advertirse, por imperativo legal. del perjuicio que conlleva su consumo.
Es inevitable obligar a los bancos a que en el exterior de sus oficinas se advierta que tener negocio con ellos produce grandes perjuicios, altera la vida de los ciudadanos y puede llegar a matar por la vía de la desesperación que invoca al suicidio. Los carteles debieran ser sencillos y compresibles. Bastaría con un "¡Precaución, la Banca puede llegar a matar!"
La Banca, rescatada en tantas ocasiones, no tiene piedad con sus clientes. Con una ley de 1909, el crédito con garantía hipotecaria es una trampa que estipula siempre condiciones que protegen a la entidad y dejan al albur del mercado a quienes toman esos créditos. Están las "preferentes", los seguros vinculados a las mismas empresas bancarias, las comisiones a todas luces abusivas. Y, hay que decirlo, unos sueldos obscenos y disparatados de los altos ejecutivos.
No son propietarios de las empresas que conducen como si fueran suyas. Francisco González, Emilio Botín, Alfredo Sáez, -indultado por José Luis Rodríguez Zapatero por una sentencia por delitos graves- y otros privilegiados que se han llenado los bolsillos en la época del dinero fácil y siguen enriqueciéndose para diez generaciones en los tiempos actuales.
EL PSOE y el PP no han hecho nada para poner remedio a estos abusos. Los socialistas españoles estaban locos por que los banqueros les quisieran. Emilio Botín entraba en La Moncloa de Zapatero como quien visita a un socio. Y las ejecuciones hipotecarias no tuvieron cabida en la política de Zapatero porque nunca quiso contrariar a sus poderosos amigos financieros.
La Banca ya está matando. Rescatada con el dinero de todos es incapaz de rescatar a nadie. Lástima que nadie con influencia tenga el coraje de promover el ahorro debajo del colchón y una retirada masiva de las cuentas corrientes. Frente a una amenaza como el tabaco o la Banca, las medidas tienen que ser drásticas por la supervivencia de todos.