MADRID 29 Jun. (OTR/PRESS) -
Mariano Rajoy tiene todo el derecho del mundo a preguntar al presidente del Gobierno por la capacidad de protección de nuestros soldados en Líbano y el Gobierno tiene la obligación constitucional de responder a todas sus cuestiones con precisión. Pero lo que produce un cansancio indescriptible es el encanallamiento con el que en todas y cada una de las ocasiones y en todos y cada uno de los temas actúa el Partido Popular en la política española.
Hay un pujaltismo instalado en el partido de la oposición que determina su incapacidad de hacer su trabajo sin un plus de acidez y caínismo sin que se discrimine esa forma de actuar siquiera en la política exterior, la de defensa y la lucha antiterrorista. Para el PP, emocionar la política para conducirla a las bajas pasiones de la población, divida en bloques que amenazan ser irreconciliables, forma parte de su tecnología política en la que el encanallamiento de la vida parlamentaria es parte sustancial de ese proceso.
Siempre habrá una falta que encontrar en una acción militar en la que nuestros soldados son sorprendidos en un atentado terrorista. ¿Va a proceder de igual manera el PP en cuanto ETA empiece a actuar? ¿Recibió el entonces ministro de Interior el calificativo de "vergüenza" por no haber tomado medidas preventivas para evitar el atentado de Atocha?
Preguntaba el PP por la forma en la que Sarkozy había alcanzado la presidencia de Francia: muy sencillo, con un programa político, con debate, y con unas grandes dosis de patriotismo y lealtad constitucional. El PP apenas tiene tiempo ya de hacer política para encarar las próxima selecciones. Increíblemente ha renunciado a la crítica para refugiarse en la confrontación. El centro político es ya difícilmente alcanzable para el liderazgo de Mariano Rajoy y quien debe calentar en el banquillo, probablemente, es Alberto Ruiz Gallardón. El alcalde de Madrid es consciente de que la bronca y el encanallamiento es pan para hoy y hambre para mañana. Por eso deja esas prácticas para sus compañeros de partido.
Carlos Carnicero.