MADRID 28 Oct. (OTR/PRESS) -
Por si alguien no lo sabía, somos ya cuatrocientos veintiocho millones de personas los que hablamos español. Eso no quiere decir que exista en España un consenso básico sobre la potencialidad de nuestra lengua como instrumento de comunicación y de influencia, porque para eso, en primer lugar, tendríamos que tener un proyecto colectivo formulado sobre España y una confianza en su capacidad de expansión.
Escribo esto desde San Millán de la Cogolla, desde el Monasterio de Yuso, cuna del español y sede de la I Acta de la Lengua Española, que es un hermoso proyecto para estudiar las debilidades y potencialidades del español en el mundo. Naturalmente, el conjunto de académicos, estudiosos y periodistas de Iberoamérica que nos hemos reunido a estos efectos, carecemos de la capacidad de formular un proyecto político que identifique un consenso básico sobre una idea de España y de los español como soporte de esa expansión posible. Personalmente, soy muy escéptico porque estoy convencido que el proceso de reconstrucción de la idea de España, que tuvo su cumbre en la conquista de América y su declive más profundo en los negros años del franquismo, no ha encontrado un soporte moderno, progresista y aglutinador, porque la izquierda española ha sucumbido a la vía de escape de formulaciones nacionalistas periféricas, para aliviarse del trago de tener que rescatar a España de los escombros de nuestra dictadura y convertirla en un soporte democrático y cómodo de nuestros sueños colectivos. El resultado es el renacimiento de viejas ensoñaciones de un españolismo rancio y colonizador sin alternativa desde la solidaridad y la cooperación en un vector sólido de unidad. Otra vez se queda España sin un pensamiento democrático y moderno que la formule.
El PSOE se ha sumergido en la tentación de reducir el Estado para clonarlo en estructuras autonómicas alternativas en la que su burocracia se expande y encuentra acomodo. No termina de descubrir que Iberoamérica es algo más que un recurso retórico posible de articular si somos conscientes de nuestro ser. La izquierda española sigue con las viejas tentaciones de hacer de la política solo un patio de vecinos mal avenidos
Somos cuatrocientos veintiocho millones de hispano parlantes y cuarenta millones de españoles invertebrados. No digo que no tenga remedio, solo digo que con esta clase dirigente no vamos a ninguna parte y tendremos que seguir esperando.
Carlos Carnicero.