MADRID 17 Ago. (OTR/PRESS) -
Miguel Sanz tomó posesión de la presidencia de Navarra en un contexto precario que sin embargo ha debilitado mucho más al PSN que a él mismo. Algún día, el presidente del Gobierno debiera tener la amabilidad de explicarnos el tránsito de su posición de que en "Navarra se hará lo que quieran los compañeros navarros" a la imposición de José Blanco que ha colapsado el pacto con Nafarroa Bai cuando los socialistas navarros lo habían anunciado.
Lo ocurrido es una confirmación de que el proyecto político del PSOE está anclado sòlo en el utilitarismo. De lo contrario, las grandes líneas que debieran definir el proyecto territorial estarían claras. Todo empezó con la apuesta de Zapatero, cuando todavía no era presidente del Gobierno, de que aceptaría el estatuto que le enviara el Parlamento de Cataluña. Primera rectificación: aquel proyecto era claramente inconstitucional.
Allí se abrió una dinámica en la que, sin definición de modelo de estado, se permitía que las autonomías tomaran la iniciativa de tensar la Constitución, en una política de hechos consumados que obligaba a reconocer el derecho unilateral e individual de las partes a definir el todo, en vez de ser todos juntos los que delimitaran la capacidad de las partes. Pero ni siquiera era una dinámica confederal sopesada, sino producto de una falta de modelo. No había y no hay ideas claras y asumidas por todo el partido de qué España quiere configurar Rodríguez Zapatero, si es que el presidente tiene un modelo preciso distinto del que le permitan las corrientes de su partido y los pactos que necesite para gobernar en cada sitio. En Navarra, afortunadamente para el PSOE, José Blanco echó el alto y paró ese proceso irreflexivo. Lo natural, en el caso improbable de que la política no esté abducida por la propaganda y el utilitarismo, sería que el PSOE debatiera en profundidad hacia dónde quiere caminar en el modelo territorial. Hasta la fecha están empezando a demostrarse dos cosas: los nacionalismos son difíciles de sobrepasar porque su tensión es la disgregación. Segunda, los nacionalismos no se contentan nunca y todo lo que se haga para satisfacerles solo acrecienta los tiempos de sus pretensiones.
Carlos Carnicero.