Actualizado 03/11/2006 01:00

Carlos Carnicero.- Primer aviso a Zapatero.

MADRID 3 Nov. (OTR/PRESS) -

El varapalo electoral del PSC tiene una víctima que a estas horas todavía está camuflada: el presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE. Bajo su dirección se elaboró y aprobó -al calor de aquel grito de 'apoyaré el estatuto que envié el Parlament de Cataluña'- el nuevo estatuto catalán, con un record de abstención que dejó sumida a la sociedad catalana en la perplejidad de una división inédita. Los costes políticos de esta operación no terminan de concretarse. El primer president de la Generalitat socialista, empecinado en la operación de un estatuto con muchas derivas nacionalistas, ni siquiera tuvo la oportunidad de presentarse a la reelección, renunciando de este modo a la gestión de su obra cumbre. Su sucesor, José Montilla, ha inaugurado su responsabilidad con una sonora derrota. Y el PSC se encuentra al borde de asumir su segundo error estratégico con la constitución de una reedición de alianza con ERC que constituye la nuclearidad de sus problemas con el electorado que siempre le había sido fiel.

Da la impresión de que la vida le empieza a enseñar a José Luís Rodríguez Zapatero que la política tiene en cuenta los costes de cada decisión y son los ciudadanos los que pasan la factura en las citas electorales. Ahora tiene por delante una situación extraordinariamente complicada en la que el primer peldaño será la conciliación con los intereses de la gobernabilidad de España y la de Cataluña. El segundo reto lo constituyen las elecciones municipales en las que Madrid se ha construido en un símbolo que determinará su suerte con la de Miguel Sebastián. Y, en medio, el complicado proceso vasco en el que el presidente parece empecinado, como un jugador convulsivo, que no es capaz de retirar sus apuestas cuando las cartas vienen mal dadas.

Tendrá que rectificar sus mecanismos personalísimos, porque la pendiente por la que pudiera deslizarse, si sigue adoptando decisiones polémicas que colaboran en la división de los españoles, le puede conducir a la derrota electoral en las elecciones generales. Que eso hoy no parezca probable no lo descarta como posibilidad real, porque la política tiene una enorme facilidad para mutar inesperadamente los escenarios como él mismo pudo comprobar con el salvaje atentado de Atocha.

- Carlos Carnicero.

Contenido patrocinado