MADRID 1 Nov. (OTR/PRESS) -
Hoy arranca una vorágine electoral que no va a terminar hasta las elecciones generales de la primavera del 2008. Lo que se contabilice ésta noche en Barcelona tiene mucha más vigencia que la elección del Parlamento y el Gobierno de Cataluña porque es la primera ocasión en la que se va a testar la política de José Luis Rodríguez Zapatero en una parte de España. El presidente se ha identificado directamente con el nuevo estatuto y muy especialmente con el candidato de su partido.
La complejidad de la estructuración política de Cataluña hace que el resultado sea necesariamente enmarañado. Además de una radiografía de lo que cada partido ha sido capaz de cosechar, descifrar el futuro gobierno de la Generalitat dependerá de la forma de conjugar las combinaciones posibles en las que estarán presentes otros intereses que los puramente catalanes.
En José Montilla ha recaído la responsabilidad de demostrar que el empeño del PSC por aprobar un estatuto en los límites de la Constitución permite continuar la experiencia iniciada por Pascual Maragall en el pacto con ERC, pero, ¿esa formula de gobierno es la que más facilita a José Luis Rodríguez Zapatero la reelección como presidente del Gobierno de España?
Da la sensación de que en los cálculos de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no se tiene en cuenta el valor de los costes de su política, que va acumulando unos déficit que tarde o temprano serán presentados al cobre. En esta noche catalana, probablemente, vence la letra de cambio que se empezó a emitir cuando el entonces aspirante a la presidencia del Gobierno de España se comprometió a aprobar en Las Cortes Generales el estatuto que enviara el Parlament de Cataluña. Lo que vino después es conocido. Podría producirse la paradoja de que el alumbrado y polémico estatuto de Cataluña no sea gestionado por quien ha corrido con todo el deterioro de su gestación y aprobación.
Si CIU vuelve a gobernar en Cataluña, después de un breve paréntesis en veintitrés años de gobierno, puede que haya voces que se vuelvan hacia José Luis Rodríguez Zapatero, dentro de su propio partido, que le empiecen a preguntar si para este viaje hacia falta estas alforjas.
Carlos Carnicero.