Carlos Carnicero.- A propósito de lo inevitable

MADRID 5 Sep. (OTR/PRESS) -

La fecha electoral ha sido fijada informalmente por el presidente del Gobierno en el próximo mes de marzo. Quedan, en consecuencia, seis meses de dura campaña electoral, que es mucho tiempo para soportar el martilleo de las descalificaciones pero no tanto para generar ideas brillantes que seduzcan a los electores.

Las cosas están así: el PSOE está tozudamente por delante del PP en las encuestas, sin lograr despegar a una situación que le permitiera gobernar con una mayoría suficiente para no depender de los minorías nacionalistas. Probablemente esa relación de dependencia, con las minorías, es la que al mismo tiempo le impide formular un proyecto que seduzca a los electores de centro y amplié la base social del PSOE.

El PP está siempre por detrás del PSOE en intención de voto, pero no se hunde a pesar de que Mariano Rajoy arrastra su impopularidad por los niveles más bajos. El PP, pierde pero no se desmorona. Vistas así las cosas, no se entiende muy bien como no hay una rectificación profunda en los dos grandes partidos para tratar de superar los escollos que respectivamente tienen. En ese sentido, el PSOE debiera hacer un ejercicio de autocrítica para determinar el costo que han tenido sus veleidades con una reforma territorial que tan poco entusiasmo ha determinado en la participación de los referendos y una negociación con ETA que, sin poner en cuestión la legitimidad de llevarla a cabo, tanto desconcierto ha promovido. Sobre todo cuando ahora se vuelve a demostrar que la acción policial eficaz, es el mejor antídoto contra el terrorismo.

El PP tiene un problema de liderazgo que solo se puede resolver con la sustitución de Rajoy. Todavía estarían a tiempo de un congreso extraordinario para renovar la dirección o un sencillo cambio de candidato.

Como la naturaleza humana tiende a materializar lo que parece inevitable aunque no lo sea, estamos avocados a la consumación de todos los pronósticos.

Carlos Carnicero