MADRID 25 Abr. (OTR/PRESS) -
A estas alturas sólo faltaba que el abogado Juan Carlos Rodríguez Segura, acusador particular de esas pintorescas asociaciones de víctimas del terrorismo que pretenden la absolución de los acusados del atentado de Atocha, llamase "señor Parot" a uno de los más sanguinarios terroristas de ETA. Forma parte de un guión que se desvanece en cada nueva sesión del juicio del 11-M. Pasan los días y la búsqueda desesperada de ETA entre los hierros retorcidos de los trenes de cercanías resulta sencillamente patética.
Hay que esperar a que la sentencia se plasme en papel de barba para que el líder del PP ejecute su promesa de acatarla y con ese acto, que debiera ser solemne, se cerrará la negra página de la conspiración que han llevado acabo políticos, abogados sin escrúpulos y periodistas sin ética.
Pero mientras tanto, las evidencias de que el terrorismo islamista se prepara para volver a atentar en España son tan indiscutibles que resultan difícilmente soportables los esfuerzos realizados para tratar de disminuirla importancia de esta amenaza y la capacidad del terrorismo islamista para realizar el mayor atentado de nuestra historia.
La presencia de Henri Parot en la sala de la Audiencia Nacional que juzga el atentado del 11-M es también reveladora de que la justicia hace su trabajo con rigor. Parot fue detenido en Sevilla el 2 de abril de 1990 cuando tenía 32 años. Venía de matar en Zaragoza a cuatro hombres, dos mujeres y cinco niñas. Ya lleva diecisiete años en prisión y en su mirada no le queda esperanza desde la conciencia de que ha hundido su vida en la miseria que promueve el crimen.
Juan Carlos Rodríguez Segura, ese extraño abogado de víctimas que promueve indirectamente la absolución de los acusados de Atocha, le ha llamado "señor" ante el estupor de la sala. El resultado de una locura termina por ser el origen de las más grandes. Quién le diría a Parot que después de tantos años le iban a llamar "señor" a él, que no sabe nada. Ni siquiera para que le han llamado en este juicio que no es el suyo.
Carlos Carnicero