MADRID 14 Mar. (OTR/PRESS) -
La lucha antiterrorista se ha constituido en un factor de división de los españoles. El terrorismo ha conseguido su objetivo y sitúa a la sociedad española en su máxima debilidad. Algunos datos objetivos apuntalan la enorme responsabilidad del PP. Mucho antes de que el Gobierno atenuara la prisión del etarra De Juana Chaos, Mariano Rajoy ya había apoyado seis manifestaciones callejeras contra la política antiterrorista del Gobierno. Algo absolutamente inédito en nuestro entorno democrático. Y no hay nada que indique que el asunto se va a quedar aquí.
El terrorismo sigue marcando la agenda política como si no hubiera otra preocupación ciudadana y tanto al PP como a ETA les interesa que esto siga así. Increíblemente, los dos, salvando las distancias que hay entre un partido democrático aunque absolutamente irresponsable y una organización terrorista, sacan ventaja situación. ETA se fortalece con nuestra división y el PP la utiliza para su escalada electoral. Por si faltaba algo en este enredo, el obispo de Huesca y Jaca, Monseñor Jesús Sanz Montes, ha hecho un manifiesto en forma de pastoral en el que toma partido descaradamente por las tesis más duras del Partido Popular y se toma la licencia de poner en duda el juicio sobre el 11-M, llegando a insinuar la implicación del Gobierno socialista en el atentado. Coincidiendo en el tiempo, el cardenal de Toledo, Antonio Cañizares, se sube al carro de quienes a estas alturas todavía pretenden que se esconde la verdad sobre la matanza de Atocha.
Resulta increíble que a la luz de los acuerdos con la Santa Sede el Gobierno no reaccione ante esta ingerencia de la curia en los asuntos políticos de España. Pero en todo caso, con la alta temperatura de la confrontación política, la noticia de que dos obispos salten al ruedo es muy preocupante. Si unimos la proclama de Mariano Rajoy en la manifestación de Madrid, ofreciéndose para salvar a "la nación española", su prometida asistencia a la marcha de Pamplona y la irrupción de los obispos en la disputa, el escenario recuerda demasiado a tragedias del pasado como para que no nos empecemos a preocupar. El presidente del Gobierno, aunque esté seguro de que le asista la razón, debiera empezar a pensar en cómo se enfría este caldero.
Carlos Carnicero.