MADRID 20 Abr. (OTR/PRESS) -
La semana no ha podido ser mejor en la bolsa. Los inversores esperaban resultados y éstos, sobre todo algunos, no han decepcionado como cabía esperar y se han lanzado a las compras. Había ganas después de tantas y tantas semanas erráticas. De hecho, el IBEX ha cerrado su mejor cómputo desde julio de 2006, con un avance de casi el 5 por ciento. El selectivo acarició los 14.000 puntos.
Hasta aquí los fríos y contundentes datos. Pero, la verdad es difícil creer que los mercados puedan estar mucho tiempo al margen de la situación de la economía real. Es verdad que ya han descontado algunos males. Pero, no es menor cierto que queda lo peor. A estas alturas, no se ha purgado aún el efecto maligno de las hipotecas basura y la falta de liquidez y de confianza que persigue a los mercados financieros desde el pasado agosto. No olvidar un petróleo a más 113 euros.
En la bolsa española, en todo caso, habrá que ver cuál es aún el efecto real de la grave situación por la que atraviesa la economía. Las perspectivas son horribles. Esta semana han avalado con sus previsiones esta situación distintos organismos. Hasta el propio Gobierno ya empieza a reconocer que la desaceleración es mayor y más rápida de lo que nos habían contado hasta ahora. De todas formas siguen hablándole a los ciudadanos con subterfugios. La prueba de que la situación se complica son esos más de 30.000 millones de euros que al final cuesta el plan de choque del Gobierno, que servirá para poco. El propio Solbes ha estimado que animará la actividad, el crecimiento en unas dos décimas.
Eso sí, ya nos hablan de déficit, de un agujero de las cuentas públicas casi idéntico al que el mismo Solbes dejó en 1996 y que rondaba el 7 por ciento del PIB. Pocos han salido en defensa de este plan. Mucho coste y poca eficacia. No se atajan los problemas reales y estructurales, así que pasado el efecto de los cheques, del adelanto del IVA y de alguna cosilla más, nada se habrá logrado cambiar en los grandes males que presenta nuestra economía: falta de competitividad, inflación y déficit exterior.
Esta semana 'The Economist' nos alertaba: no hemos visto en España más que la punta del iceberg y nos augura una etapa larga y dura de problemas. Además, se perderá mucho tiempo en discusiones sobre quién realmente manda en la economía. No me cabe la menor duda y esto obviamente no será bueno para nadie.
Carmen Tomás