MADRID 28 Sep. (OTR/PRESS) -
En las próximas Navidades, los españoles vamos a comernos el turrón con dos procesos secesionistas en marcha -País Vasco y Cataluña- ya que los Parlamentos que saldrán de las elecciones que tendrán lugar en ambas comunidades autónomas en octubre y noviembre van a arrojar unas mayorías parlamentarias muy proclives a la independencia. En el País Vasco, la suma de los diputados que obtengan PNV y EH-Bildu rondará los 45-48 escaños de un total de 75 que tiene la Cámara Vasca. En Cataluña, entre CIU, ERC, IU-Verdes y Solidaritat Catalana sumarán en torno a 90 diputados de un total de 135. Esta es la realidad que se querrá o no ver por parte de algunos, pero que está ahí.
En las dos últimas semanas, a raíz de la masiva manifestación independentista celebrada en Barcelona con motivo de la Diada, ha sido el Presidente de la Generalitat quien ha pisado el acelerador: fue a la Moncloa a escenificar la ruptura con el Gobierno de España al negarse este a negociar un pacto fiscal para Cataluña lo que le sirvió como excusa para convocar unas elecciones anticipadas en dos años a la fecha que tocaría y que las ha presentado como un plebiscito a favor de la independencia. Por si esto no fuera ya suficiente, Artur Mas acaba de proclamar en el Parlamento de Cataluña que en la próxima legislatura habrá un referéndum sobre la independencia, lo autorice o no el Gobierno Central. Es decir, ha dejado claro que está dispuesto a saltarse la legalidad.
En el caso del País Vasco, todo este "subidón" independentista liderado por CIU y por Artur Más, le ha cogido al PNV -partido al que todas las encuestas apuntan como el mas votado en las elecciones del próximo 21 de octubre- con el pié cambiado. Los estrategas del PNV y su candidato a lehendakari, Iñigo Urkullu, hubiesen querido poder presentarse ante los electores con un discurso moderado, entre otras razones, para atraer a esa parte del electorado que en unas elecciones generales puede votar a un partido de ámbito nacional -PP o PSOE- pero que en unas autonómicas da su voto a un partido como el PNV. Va a ser difícil que el PNV pueda mantener ese perfil moderado, entre otras cosas, porque Bildu no se lo va a poner fácil y aprovechando la marea independentista que se proyecta desde Cataluña, intentará comprometer al partido de Urkullu a que se moje sobre cuales son sus planes para el futuro del País Vasco.
Y a todo esto, ¿cuál ha sido la respuesta del Gobierno de España y del PP? De momento, tibieza, mucha tibieza. Rajoy sigue haciendo ofrecimientos de diálogo a Artur Mas, como si este quisiera hablar de algo distinto a lo que es su "hoja de ruta" secesionista. Y en cuanto al País Vasco, en el Gobierno y en el PP cruzan los dedos para que el resultado electoral de la marca de ETA no sea tan espectacular como las encuestas predicen. Muy poca respuesta para este doble desafío secesionista.