Actualizado 24/12/2010 13:00

Cayetano González.- "Molt Honorable" Mas.

MADRID 24 Dic. (OTR/PRESS) -

El líder de Convergencia i Unió, Artur Mas, ha sido investido por el Parlamento de Cataluña como nuevo presidente de la Generalitat en segunda votación, gracias a los votos de los parlamentarios de su grupo y a la sorprendente abstención del PSC. De esta forma, Mas se convierte en el cuarto presidente del Ejecutivo catalán desde la transición democrática, tras Jordi Pujol, Pasqual Maragall y José Montilla. También se podría incluir en esta lista al histórico Josep Taradellas, que volvió en 1977 del exilio y ocupó interinamente la Presidencia de la Generalitat hasta las primeras elecciones autonómicas de 1980.

Artur Mas es un nacionalista catalán y no lo oculta. En su discurso de investidura no se ha recatado en hablar de lo que ha denominado la "transición nacional" de Cataluña y en reclamar el "derecho a decidir" de los catalanes. Es decir, el mismo "raca raca" del felizmente fenecido, políticamente hablando, lehendakari Ibarretxe. Asimismo, en línea con lo que ha sido uno de los puntos fuertes de su campaña electoral, ha reiterado que tras las próximas elecciones generales, su Ejecutivo reclamará al nuevo presidente del Gobierno que salga de las urnas el concierto económico para Cataluña al igual del que tiene el País Vasco y Navarra.

Algunos analistas piensan que esto son simples bravuconadas de alguien que tiene que mantener unida a la parroquia nacionalista a través de este tipo de mensajes, pero que la delicada situación económica que afecta a toda España y de manera muy especial a Cataluña, le hará aparcar temporalmente esas reivindicaciones de carácter nacionalista para centrarse en los problemas reales de los ciudadanos. Personalmente, no estaría tan seguro que esto vaya a ser así. Los nacionalistas, todos los nacionalistas, son muy constantes y tozudos en sus posiciones. Casi siempre suelen ganar a los que no son nacionalistas por una simple cuestión de agotamiento de estos últimos.

Lo que resulta francamente chocante es que el PSC, que a pesar del importante bacatazo electoral que se acaba de pegar sigue siendo el principal partido de la oposición en Cataluña, haya decidido abstenerse en la investidura de su rival político. ¿Se imagina alguien al PP abstenerse en la investidura de Zapatero, o al PNV en la de Patxi López? Algunos -sobre todo el propio Mas- interpretarán esa decisión del PSC como un ejercicio de responsabilidad al facilitar la gobernabilidad de Cataluña. Otros, entre los que me encuentro, interpretamos mas bien esa decisión del PSC como un signo de una enorme debilidad de un partido que tendrá que proceder a una catarsis interna muy profunda de personas y de estrategia política, si quiere recuperar el espacio perdido en Cataluña. A no ser que se conformen con seguir siendo lo que han sido en los últimos años: una mala copia del nacionalismo catalán. Y así les ha ido.

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