Actualizado 11/01/2013 13:00

Cayetano González.- El verbo dimitir.

MADRID 11 Ene. (OTR/PRES) -

El único político que en los últimos años ha dimitido por iniciativa propia y en el momento que debía hacerlo ha sido el exministro del Interior en los Gobiernos de Felipe González, Antonio Asunción. Bien es verdad que no tenía otro remedio. El día anterior a su dimisión había declarado que el exdirector general de la Guardia Civil, Luis Roldán, estaba controlado y no había peligro de fuga. Al día siguiente, Roldán desapareció y el ministro del Interior no tuvo otra salida que la de la dimisión.

Viene esto a cuento de dos casos de responsables políticos que están de actualidad en estos días: el líder de Unió Democrática de Cataluña, José Antonio Durán Lleida, cuyo partido ha reconocido de facto -al pactar con la Fiscalía la devolución de 388.000 euros- que se financió hace años de forma ilegal en el conocido como caso Pallerols y el del ya exvicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, que ha tardado dos meses en dimitir o en ser cesado después de la tragedia del Madrid-Arena en la que perdieron la vida cinco chicas jóvenes.

El caso de Durán Lleida es paradigmático. Se trata de un político "profesional" en el peor sentido del término, que con algunos paréntesis lleva desde 1982 como diputado en el Congreso. Lidera un partido que si se presentara de forma solitaria a las elecciones seguramente no sacaría ningún escaño y si los consigue es por el paraguas que le presta Convergencia Democrática de Cataluña, el partido de los Pujol para entendernos. Duran dijo en el año 2000 que si se demostrara la financiación irregular de su partido, asumiría las responsabilidades pertinentes y dimitiría. De momento, Durán se ha ido a Chile a un congreso de partidos demócratas-cristianos y la portavoz de Unió dice que nadie tiene que dimitir porque los dirigentes del partido desconocían los hechos. Es decir, vuelven a tomar por tontos a los ciudadanos.

En lo que se refiere al hasta ahora "número dos" del Ayuntamiento de Madrid ha tardado dos meses largos en dimitir, después de que en las primeras horas posteriores a la tragedia del Madrid-Arena apareciera como el principal defensor de la empresa organizadora del evento y de su máximo responsable, Miguel Ángel Flores, hasta el punto de afirmar que el aforo del local no se había superado, cosa que los hechos han demostrado posteriormente que no fue así y que hubo más del doble de gente permitida. También negó cualquier tipo de relación personal con Flores, algo que por datos que se han ido conociendo no parece que se ajuste a la verdad. En definitiva, está claro que el verbo dimitir no figura entre los preferidos de los políticos y así les va. Encuesta tras encuesta, la "casta" política es percibida por los ciudadanos como uno de los principales problemas, detrás de la crisis económica y del paro.

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