Actualizado 23/10/2008 21:30

Crónica Juicio.- Los acusados por la muerte de una indigente en un cajero piden perdón y un "trato justo"

- La fiscal destaca su muestra de "desprecio contra quien no era tan afortunado como ellos"

BARCELONA, 23 Oct. (OTR/PRESS) -

Los acusados de apalear y quemar viva a una indigente en un cajero de Barcelona en 2005, Ricard P.B y Oriol P.S, pidieron hoy perdón a la familia de la víctima, Rosario Endrinal. En su intervención que puso fin al juicio, apelaron a la profesionalidad del tribunal para pedir un "trato justo" porque ellos, dijeron, no son unos asesinos y nunca quisieron matarla. Ésta no es la opinión de la fiscal, quien aseguró durante su ponencia que tanto los procesados como el menor mostraron en la agresión "su desprecio contra quien no era tan afortunado como ellos" y actuando de forma coordinada, cuando "las bromas y las gamberradas no son premeditadas".

"Pensaba que los juicios se hacían para buscar la verdad", mientras que "la parte de la acusación en ningún momento ha parecido buscar la verdad, sino que directamente me han calificado como asesino pidiendo 28 años", afirmó Oriol P.S. durante su comparecencia en el proceso a lo que añadió que esta situación le sabía "muy mal" porque, a su juicio, se ha "dañado" su imagen: "y yo no soy así", concluyó el joven, quien también pidió perdón a su familia porque también "vive una condena". Este acusado reconoció que su actitud es "muy diferente" a la de la noche del crimen, la del 16 de diciembre de 2005, porque ahora es "consciente" de que "cada acto tiene una consecuencia" y, por eso, asume "todos los hechos" que hizo aquella noche.

Por su parte, Ricard P.B. lamentó lo ocurrido y aseguró que no se imaginaban que el disolvente iba a explotar porque él estaba dentro y también pudo pasarle algo a él, aunque tuvo "esa suerte" de seguir con vida. "Nunca pasó por mi cabeza la idea de matar a nadie", agregó el acusado, quien también pidió a los magistrados que "sean justos, por favor". En ese sentido, de nuevo Oriol P.S. recordó que durante la prórroga de prisión, el tribunal de la Sección Décima le prometió "que serían justos porque son profesionales". "Sigo esperando y sigo creyendo que eso es así", concluyó.

Ante esta súplica, el magistrado presidente, en una actitud poco habitual, quiso tranquilizarles diciéndoles que "tal vez" el objetivo principal del juicio no ha sido tanto descubrir "la verdad material", sino "dar una explicación razonable de la realidad". Justo después, dejó el juicio visto para sentencia.

VIOLENCIA GRATUITA Y BRUTAL

Mientras, la parte acusatoria, que pide para cada uno 28 años de cárcel como coautores del asesinato con alevosía y ensañamiento de Rosario y los daños del cajero, coincidió en señalar la rapidez con la que vertieron una "cantidad importante" de disolvente sobre la víctima (o a su lado) y le prendieron fuego supuestamente sin saber que el líquido inflamable podía arder a pesar de la "enorme etiqueta", con una llama y una calavera. Los letrados afirmaron que los acusados sabían que el líquido iba a arder porque así lo explicó el menor, que "nada tenía que ganar ni que perder" al estar ya condenado, y así lo demuestra la cara de "conformidad" de los jóvenes y el hecho de que "Oriol P.S. llegara a sonreír".

El fiscal aseguró que los procesados, que escucharon cabizbajos los informes finales, mostraron en la agresión "su desprecio contra quien no era como ellos, contra quien no era tan afortunado como ellos" y actuando de forma coordinada, cuando "las bromas y las gamberradas no son premeditadas". También la abogada del Ayuntamiento de Barcelona --que se personó como acusación popular-- aseguró que se trató de "un acto de violencia gratuita, brutal, continuada e 'in crescendo'", que fue "meditado, deliberado y buscado" en el que utilizaron, como aseguró el fiscal, "un medio especialmente cruel" que produce una muerte "lenta y dolorosa".

El abogado de la familia, Jordi Pina, los tachó de cobardes porque "llegaron a decir que el autor era el menor porque ya está condenado" para que así fuera J.J.M.R. quien "cargara con las culpas", aunque, a su entender, el menor "dijo la verdad" al explicar que los procesados le utilizaron como "cebo" para lograr que la mujer abriera de nuevo la puerta del cajero.

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