Actualizado 01/12/2006 01:00

Curri Valenzuela.- Alerta por todas partes

MADRID 1 Dic. (OTR/PRESS) -

Llevamos semanas haciendo el ridículo cada vez que, antes de embarcar en un avión, tenemos que meter cremas de cutis o de afeitar en pequeñas bolsitas de plástico transparente. Así lo manda la normativa europea, copiada de la de Estados Unidos, donde las alertas por atentados en el aire son constantes desde aquel terrible 11 de septiembre.

Así que hay que tirar el champú y la colonia antes de pasar por los filtros de la aduana y en el entretanto los agentes de la KGB se meten en el bolsillo paquetitos con uno de los mas potentes elementos radiactivos, el Polonio 210, y cruzan los cielos de Europa de punta a punta contaminando aviones en su intento por liquidar de la forma más drástica posible a un espía ruso caído en desgracia. Y como el Polonio 210 se fabrica en polvo y no en forma líquida, ni el menor problema en los controles.

Cientos de españoles, quizás miles, que viajaron en la docena de vuelos de British Airways que llegaron a Barcelona o Madrid en algunos de los aviones contaminados con radiactividad, quizás por haber estado en ellos quienes portaban el elemento radioactivo tendrán que sufrir cuanto menos las molestias derivadas de un susto y desde luego algún chequeo médico. Aunque la compañía aérea afirma que el riesgo para la salud de esos pasajeros es mínimo, tampoco es de esperar que si hay peligro real sea British Airways la que alerte del mismo y se vea abandonada por sus clientes.

En cualquier caso, es pertinente una reflexión sobre las ganas de alarmarse por cualquier cosa que tiene el mundo en general y los españoles en particular. ¿Es que alguien se ha dedicado a medir si los aviones de Iberia tienen trazas de elementos radioactivos? La prueba de nuestro papanatismo reside en que hayamos adoptado unas medidas tan estrictas para quienes viajan en avión por aquello de que los norteamericanos se alarman más volando que pisando tierra y sin embargo aquí no exista medida de seguridad alguna para quien se sube a un tren de cercanías a pesar de que el 11-M, el gran atentado español, se produjo en tren y jamás hasta ahora (toquemos madera) hemos tenido amenaza alguna de atentado aéreo.

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