MADRID 29 Jul. (OTR/PRESS) -
Zapatero se marcha de vacaciones. Y lo hace eufórico, según los asistentes a su última rueda de prensa de la temporada. Presume de sus datos macroeconómicos, que nadie le discute porque están ahí, y de estar deteniendo etarras a granel, con lo que tiene a Rajoy ocupado en buscarse otros motivos para hacer oposición que no sean los del terrorismo y sus derivados. De las caras mohínas y la mirada triste a los que tan dado era el presidente en los últimos meses ha pasado a la sonrisa picarona y a las muecas de satisfacción.
No le faltan motivos para irse de vacaciones tan contento. La economía española crece y crece y el empleo también. Y las fuerzas de seguridad del Estado están asestando tremendos golpes a ETA. No deja de ser paradójico que ninguno de estos temas estuviera en su agenda de gobierno. Da la casualidad de que Zapatero se ha topado con una economía española boyante gracias a que la economía mundial lleva ese ritmo y de que el vicepresidente Solbes ha controlado hasta el momento lo que Zapatero pretendió hacer de la mano de Miguel Sebastián y su oficina económica de Moncloa. En cuanto al terrorismo, es de sobra conocido que el presidente está practicando la virtud de la necesidad porque lo suyo era lo contrario de detener etarras: negociar con ellos a cualquier precio.
Lo bueno (y lo malo, a la vez) de Zapatero es que nunca tiene que rendir cuentas del cumplimiento de su programa de gobierno. Y no es que no cumple lo que promete, sino que se ahorra muchos problemas no prometiendo nada, de forma que se siente libre de atribuirse cualquier cosa buena que sucede en el país e ignora lo malo como si no tuviera nada que ver con él. Cuando lo bueno suma más que lo malo, como le sucede estas semanas, él aparece feliz. ¿Qué en otoño vuelven a subir las hipotecas y los precios? ¿Qué ETA consigue cometer un atentado tras numerosas intentonas fallidas? Pues ya veremos. Es lo bueno (y lo malo a la vez) de tener un presidente de Gobierno que funciona sin proyecto y sin más ideas que las necesarias para sobrevivir a corto plazo.
Curri Valenzuela