Actualizado 13/12/2006 01:00

Esther Esteban.- El dictador ha muerto ¡Viva la democracia!

MADRID 13 Dic. (OTR/PRESS) -

Al final el dictador se murió en su cama sin haber pagado por sus horribles crímenes y llevándose a la tumba el secreto de su maldad. No dio con sus huesos en la cárcel ni se pudo hacer justicia, pero murió con deshonra e indignidad. La muerte de Augusto Pinochet cierra un capítulo negro en la historia de Chile, pero los chilenos han dado un ejemplo de dignidad democrática que muchas deberían imitar. Fue un personaje mediocre y cruel que no tuvo ningún tipo de escrúpulos morales para ordenar matar y torturar a miles de compatriotas y enriquecerse a costa de su sudor. Se lleva a la tumba el dolor y el horror de tres mil asesinatos cometidos bajo su régimen durante los 17 años que estuvo en el poder, pero con él muere también una forma de tiranía y villanía que no debiera volverse a repetir.

Su muerte, más allá de los pequeños incidentes que hayan podido producirse entre partidarios y detractores, ha sido recibida por los chilenos con indiferencia, con el desprecio propio de quien quiere dejar atrás un periodo negro y mira al futuro con esperanza. Esperanza y democracia frente a terror y dictadura.

De hecho la actitud, moderada y sensata de la presidenta socialista Michelle Bachelet, que sufrió en carne propia la brutalidad y el sin sentido de la dictadura no solo ha sido un ejemplo de actuación para las democracias consolidadas, sino sobre todo una prueba evidente de madurez democrática y de integridad personal que la honra como mujer y la enriquece políticamente. Su decisión de no darle honores de Jefe de Estado al sepelio militar pero enviar a su ministra de Defensa a expresar las condolencias a la familia- aunque esta las haya rechazado- ha sido una manera inteligente y sutil de no provocar división entre los chilenos y de pasar página al asunto con normalidad.

Desgraciadamente su ejemplo no ha sido seguido en nuestro país, donde los socialistas, por boca de José Blanco, se han apresurado a lanzar el muerto a la cara del PP en un intento de llevar el agua a su molino ideológico como si hubiera dictaduras de primera y segunda categoría. Tan dictador fué Pinochet como lo es Castro y desde luego ideológicamente ni el chileno tiene nada que ver con los populares ni el cubano lo tiene con los socialistas españoles. Este empeño de nuestros políticos en aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para tirarse los trastos a la cabeza con cualquier motivo no solo les está alejando de los ciudadanos- y ahí estan las encuestas que lo corroboran- sino que además les hace quedar en evidencia cada vez que utilizan esa manida táctica. Esa manía de utilizar las heridas ajenas que otros intentan cicatrizar, para agrandar las propias a mí personalmente me apesta . El dictador afortunadamente ha muerto aunque la justicia internacional haya quedado otra vez en evidencia. ¡Viva la Democracia!

Esther Esteban.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Cuando la realidad atropella

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Por qué esta Constitución ya no nos sirve (del todo)

Foto del autor

Luis Del Val

Uñas pintadas como obligación

Foto del autor

Julia Navarro

El perdón