Más que palabras.- La sanidad... según Obama

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 23 marzo 2010 15:17

¡Quién le iba a decir a Obama! que al final, su victoria histórica sobre la sanidad la iba a conseguir gracias a los ocho votos de los diputados antiabortistas de su propio partido. ¡Quién le iba a decir! que, al final, el precio a pagar sería que los abortos no van a estar incluidos en la sanidad publica, salvo en casos muy excepcionales como las violaciones. Sea como fuere lo importante es que el primer presidente negro de la historia del país más avanzado del planeta ha conseguido lo que seis de sus antecesores blancos no lograron. Él ha podido con lo que no pudieron ni Roosevelt, ni Franklin, ni Truman, ni Johnson, ni Nixon, ni Clinton. Ha tenido que ganarse los votos uno a uno, ha tenido que sudar la camiseta hasta el punto de la extenuación, pero al final ha sido el ganador de una batalla que muchos creían perdida en EE.UU., simplemente porque tanto entre los demócratas como entre los republicanos surgían recelos sobre si la nueva ley iba contra la línea de flotación del espíritu funcional del país: la libertad absoluta del individuo.

Con la nueva ley tendrán cobertura 32 millones de personas, que actualmente no están aseguradas, y el reto será enderezar la curva ascendente de los costes del sector sanitario que se lleva el 17 por ciento del dinero estadounidense. La reforma endurece y mucho la regulación de la industria de las aseguradoras y amplia la competitividad privada en un intento de reducir los costes de las primas. Todo un reto con la mirada puesta en el 2014, fecha en que la nueva normativa entrará en vigor.

El éxito de Obama -indiscutible desde un punto de vista histórico- no significa, sin embargo, que no se haya tenido que dejar pelos en la gatera. Su popularidad ha caído por debajo del 50 por ciento, el propio partido demócrata se ha dividido y muchos temen sufrir un duro varapalo en noviembre cuando se tengan que renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Sea como fuere, el esfuerzo habrá merecido la pena y a pesar de las terribles dificultades económicas que atraviesa el país debido a la crisis y la incertidumbre de si habrá dinero para financiar su proyecto estrella, es muy posible que las aguas poco a poco vuelvan a su cauce. Bien es verdad que el siempre débil consenso entre republicanos y demócratas, se ha hecho trizas -después de que ni un solo republicano diera su apoyo a la medida- por lo que ahora Obama deberá intentar establecer unos mínimos puentes de acercamiento. Como decimos en España, bien está lo que bien acaba y esto, de entrada, ha acabado bien aunque haya dejado un cierto sabor agridulce en el seno de una sociedad tan compleja y variopinta.

Esther Esteban

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