MADRID 27 Jun. (OTR/PRESS) -
Hoy he conocido al magistrado Carlos Dívar, expresidente "por renuncia, no por dimisión" -precisa- del Tribunal Supremo y del CGPJ. La entrevista era en la COPE y las preguntas, en libertad, como es costumbre en el programa que dirige Ernesto Sáenz de Buruaga. Dívar me ha parecido un hombre vencido pero no derrotado. También un hombre solo en una batalla dada contra fuerzas muy superiores. Dice estar en paz con su conciencia y no entender la desproporción de los medios empleados para forzar su dimisión. Mantiene que no hubo manejo indebido de caudales públicos; que así lo acredita el escrutinio al que fue sometido por la Fiscalía. No alcanza a comprender por qué uno de los consejeros (Gómez Benítez) en contra de todo precedente procedió a denunciar por la vía penal la presunta malversación que comportarían algunas de las facturas de los viajes por su atribuido carácter privado. Dívar afirma haber pagado de su bolsillo lo que fueron estancias no oficiales en Marbella y se duele de la hinchazón con que la que el asunto fue presentado ante la opinión pública. "Once viajes repartidos a la largo de cuatro años", aduce. Hace suya la idea de haber sido víctima de una campaña concertada entre distintas instancias, pero en medio de la tertulia hacia la que deriva la entrevista, se pierde la respuesta a la pregunta clave: "Qui prodest? ¿A quien beneficia su caída?".
En ese registro recuerdo un hecho: su nombramiento lo fue a instancias del entonces presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero. ¿Qué interés podría tener el PSOE en obtener su cabeza? Pedro J. Ramírez, presente en la tertulia, apunta una idea: el PSOE de ahora (Rubalcaba) tiene interés en romper con todo lo que viene de Zapatero. Puede que así sea. Pero en todo este asunto hay otra pregunta clave y así se lo hago ver al magistrado Dívar. "Se ha puesto en su boca que los 6.000 euros de gastos de alguno de los viajes eran una 'miseria'. Decir eso -añado-, en un momento en el que tanta gente lo está pasando tan mal, resulta insoportable". Asiente, pero matiza y dice que no dijo lo que se le atribuyó. Sí reconoce, en cambio, que quizá cometió un error al no haber comparecido ante la opinión pública cuando todo esto empezó. Años de silencio que entre los jueces es signo de prudencia, le llevaron a lo que conocemos.
Pedí en su día la dimisión de Carlos Dívar y así fue recordado en el transcurso del programa. Dívar dice estar en paz. Quien esto firma, también.