MADRID 3 Feb. (OTR/PRESS) -
Frente a los 4.048.493 de ciudadanos que están en el paro, todo lo demás suena a broma. Broma es recrearse en las pullas que retratan el chasco planetario que se ha llevado Zapatero al saber que Barak Obama no vendrá a España para iluminar la mortecina presidencia española de la Unión Europea. A sarcasmo suena recordar el entusiasmo adolescente de Leire Pajín reeditando a su manera a Plutarco cuando dijo aquello de que tomáramos nota de la conjunción planetaria que propiciaría el encuentro entre su admirado ZP y el aclamado Obama. No habrá encuentro con Obama y a lo mejor es bueno que así sea porque aunque en los últimos días se le ve más en Suiza y en Somalia que en Madrid, Zapatero tiene un compromiso ineludible con el primer problema de España: el paro.
Más de cuatro millones de parados, 124.800 en el último mes; un millón sin cobertura social. De esta insoportable realidad y no de conseguir, como sea, una foto con Obama es de lo que deberían preocuparse en La Moncloa. Ocuparse del terremoto que supone tener a cuatro millones de personas en el paro en vez de consumir energía, tiempo y dinero público filtrando chismes políticos, elaborando argumentarios para descerebrados, difundiendo historias encaminadas a comer el tarro a seudoperiodistas que compran virutas de información irrelevante con las que después ocupan las escaletas de los telediarios o las páginas de los periódicos.
El drama es la desesperación de los cuatro millones de desempleados, no que Obama -que tiene su propia agenda- le haya dado plantón a Zapatero. Pero, claro, mientras se habla del plantón no se habla del paro.