Actualizado 15/11/2006 01:00

Fermín Bocos.- El 'famoseo'

MADRID, 15 Nov. (OTR/PRESS) -

La fama es un reconocimiento que apareja una síntesis entre la proeza y la memoria popular, entre identificación y recuerdo. Hasta la llegada de la televisión y la implantación de algunas de sus experiencias circenses, sabíamos que la fama era el reconocimiento de la excelencia conseguida por alguien en su oficio o profesión. Ahora las cosas han cambiado. Famoso es quien sale en la televisión y 'famoseo' ha pasado a ser el término, entre despectivo y cachondo, para señalar el retablo de personajillos que pululan por los ambientes rosa del cubo de la basura catódica.

La gran masa de la población, tan atenta a las entradas y salidas de los deleznables protagonistas de la bufonada en la que ha devenido la programación nocturna de las cadenas de televisión ignora quién es Henry Kamen -autor de un reciente y recomendable libro sobre los mitos que han forjado España- o Bernat Soria, el sabio que con su equipo investiga los secretos de las células madre; o Antonio Colinas, uno de nuestros más certeros poetas. Pocos saben de ellos, pero todos podrían decir algo de Julián Muñoz, de Isabel Pantoja o de Mayte Zaldívar, la 'ex' del ex alcalde cuyas andanzas inmobiliarias le han llevado a prisión.

Al trascender la noticia de que el juez de Marbella Miguel Ángel Torres estaba interesado en la vida y obras de la mencionada señora Zaldívar hubo un momento de revuelo en algunas redacciones. "¡Noticia de última hora: ha sido detenida Mayte Zaldívar!"- anunciaba un colega con el timbre reservado para las grandes novedades. Los noticiarios citaban a la mencionada sin más referencia que su condición de 'ex' de Julián Muñoz.

La creencia -avalada por las encuestas- de que con citar el nombre del ex alcalde de Marbella era suficiente y no necesitaba más datos, arroja luz sobre la sordidez que apellida algunos recodos del camino en la vida española.

Que un ciudadano como el citado Muñoz se haya convertido en un personaje más conocido que el presidente del Gobierno o el líder de la oposición, debería hacernos meditar; hacer meditar a los responsables de las cadenas de televisión. A ellos y a quienes consumen los programas de casquería sentimental.

A ver si hay suerte y las cadenas públicas se atreven a liquidar de sus parrillas todos los espacios y formatos que alimentan a la chafardería nacional. También los periodistas deberíamos reflexionar sobre la deriva en la que anda metida una parte de la profesión. Parecía ser un oficio honorable.

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