Actualizado 31/01/2007 01:00

Fermín Bocos.- Ibarretxe ante el juez

MADRID 31 Ene. (OTR/PRESS) -

El lenguaje lo es casi todo en la política. Las palabras casi siempre dicen algo más de lo que quiso decir quien las dijo. Si uno sabe escuchar, si uno está atento a cómo dicen lo que dicen cuando hablan nuestros políticos, cosechará más información acerca de sus intenciones y propósitos que si asistiera a sus reuniones a puerta cerrada. El que habla se delata. Ayer, sin ir más lejos, cuando el señor Juan José Ibarretxe, presidente del Gobierno autónomo vasco decía haberse entrevistado con "el presidente español, Zapatero", era suficiente expresión para comprender por dónde vibra el alma de este ciudadano.

En su imaginario, el caballero de Llodio, mira hacia Madrid como si de Paris se tratara; como si Miranda fuera Hendaya. Todo lo demás, el resto de su discurso político, se atiene a esa creación mental. Quien no sepa verlo no entenderá por qué varios miles de personas -que se reclaman demócratas y respetuosas del Estado de derecho- se manifestaron el lunes por la noche en el centro de Bilbao para impresionar (o presionar) a los magistrados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que tienen citado para hoy al lehendakari para que responda de una querella presentada por los miembros del Foro de Ermua. Los testamentarios políticos del asesinado Miguel Ángel Blanco se querellan contra el señor Ibarretxe -al igual que lo hicieron contra el dirigente socialista Patxi López-, porque ambos habían mantenido reuniones con Otegi, Etxeberria, Barrena, los tres portavoces de Batasuna, organización a la que en sentencia firme el Tribunal Supremo declaró ilegal por sus vinculaciones con la ETA. Lo más probable es que el juez decida sobreseer la querella, así que para Ibarretxe la cosa no irá más allá del mal trago que siempre aparejan los pleitos. El mal trago y la foto. La foto entrando a la sala de vistas será la imagen de que en un Estado de derecho (España), nadie está por encima de la ley. Esa es la situación que les parece abominable a quienes -en su imaginario- se sienten habitantes de otro país.

Por eso han salido a la calle, porque consideran que la vista y la foto es una humillación para el lehendakari.

Fermín Bocos.

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