Publicado 08/10/2013 12:00

Fermín Bocos.- Rajoy y Cataluña.

MADRID 8 Oct. (OTR/PRESS) -

Frente al desafío explícito a la legalidad constitucional y vista la deriva secesionista emprendida por el presidente de la "Generalitat" de Cataluña, en su condición de presidente del Gobierno de España, ¿qué debería hacer Mariano Rajoy? Es la pregunta que más se repite estos días en los círculos políticos madrileños certificando así la general preocupación reinante ante un problema político que apareja cada día nuevos y desconcertantes elementos. Es una pregunta que en ocasiones y según el interlocutor -también se escucha en boca de algún que otro dirigente popular- se hace acompañar de un reproche a lo que consideran exceso de pasividad del Presidente. El denuesto más repetido es que: "Rajoy se hace el don Tancredo". Otros, en cambio, creen que acierta al no entrar al trapo de las provocaciones de Artur Mas y las de su portavoz, Francesc Homs. Quienes defienden la línea de "bajo perfil" adoptada por La Moncloa suelen apostillar sus argumentos con una verdad irrefutable: "Hasta hoy -dicen- Artur Mas no ha hecho nada ilegal". Es verdad. Mas quiere convocar una consulta (que sería ilegal), pero todavía no pasado de las musas al teatro y otro tanto sucede con la declaración unilateral de independencia que podría plantear el Parlamento de Cataluña y que, obvio es decirlo, a la luz de lo establecido por la Constitución, también sería un acto fuera de la ley. Pero, hasta la fecha, nada de eso se ha producido. Es verdad que las declaraciones y los gestos inamistosos se cuentan por días: desde anunciar que no aplicarán la nueva normativa que permitirá elevar el límite de velocidad a 130 kilómetros por hora, hasta reclutar a Arnaldo Otegi como "asesor epistolar" del "derecho a decidir" -recordemos que cumple condena por su relación con la ETA y que es un antiguo pistolero que intentó matar al inolvidable Gabriel Cisneros, uno de los padres de la Carta Magna-.

Desde la perspectiva del resto de España todo esto resulta como poco antipático y provocador. Como lo es, desde luego, el incumplimiento de las sentencias del Supremo que equipara el castellano y el catalán en la enseñanza y de ahí nace la irritación de quienes le reprochan a Mariano Rajoy un pasotismo que no es tal. A quienes seguimos la actualidad política nos consta que son muchos y variados los contactos impulsados desde La Moncloa (con políticos y empresarios, sobre todo) para intentar tender puentes con la "Generalitat". También es verdad que se ha dejado hinchar el problema y los crecientes desafectos que incorpora. En Barcelona han faltado voces de políticos y medios de comunicación defendiendo la idea de una España como legado histórico común, de una España constitucional -mientras TV3 lleva treinta años remando a favor del soberanismo, TVE estaba en Babia- pero ese ha sido un error fruto del cálculo cortoplacista de PSOE y PP que miraban para otra parte porque necesitaban los votos de CiU. Todo esto es leche derramada. Ahora lo que cuenta ya no es el diagnóstico. Lo importante, es el tratamiento. La solución. Solución que sólo puede venir del cumplimiento estricto de la ley. Tengo para mi que ése es el guión de Mariano Rajoy.

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