MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Nadie en Andalucía sabe qué diablos es eso de ser una "realidad nacional" pero, por si acaso, la casta política que dirige la región lo ha colocado en el preámbulo del nuevo Estatuto. Muchas veces la política española es así: se pone al ignaro a dar clases de Historia. Con el peligro que tamaña osadía apareja vista la ignorancia que en esta materia acreditan los estudiantes de nuestros días. Ignorancia que supone terreno abonado para la siembra de mitos y falsificaciones de la historia. Tenemos el ejemplo en casa. En el País Vasco, a los escolares les explican "Historia de Euskadi" sin aclararles que buena parte de los hechos relatados son fruto de la invención de Sabino Arana, apasionado lector que fue de la obra de Francisco Navarro Villoslada, cuya novela ,"Amaya o los vascos en el siglo VIII", parece que encendió su imaginación. Lo que ha venido después es conocido: una tragedia provocada por la añoranza de un reino que nunca existió.
Andalucía no es el País Vasco, ni tampoco Cataluña pero, precisamente porque no lo es, es por lo que uno no acaba de entender a qué responden este tipo iniciativas. Que un señor tan serio como Manuel Chaves se haya prestado a una mixtificación de esta naturaleza induce a pensar que el poder, por su propia naturaleza excluyente, tiende a establecer barreras con la gente de a pie. Si saliera algo más a la calle y algo menos en la televisión; sí hablara con sus paisanos comprobaría la guasa que se traen con lo de la "realidad nacional". Lo de Javier Arenas, el presidente del PP andaluz, me ha sorprendido menos: siempre he sabido que era un oportunista, un político que no tiene crédito: dijo que se iría cuando se fuera Aznar y ha seguido; dijo que nunca apoyaría un Estatuto que definiera a Andalucía como "realidad nacional" y lo ha firmado. Si algún día deja la política y le da por poner un negocio de compra-venta de coches de segunda mano, se arruinará.
Fermín Bocos.