MADRID 13 May. (OTR/PRESS) -
¿Por qué María San Gil tira la toalla y, por el contrario, quien sigue es Mariano Rajoy? ¿En qué se apoya para continuar al frente del PP pese a la derrota sufrida y a la contestación interna que ha desatado? La explicación hay que buscarla en Pedro Arriola, asesor externo del presidente del primer partido de la oposición. Él es quien le habría convencido de que, en realidad, el PP sólo ha perdido en Cataluña y en el País Vasco. De esta forma de presentar las cosas habría nacido una idea doblada de estrategia: a partir de ahora lo que tiene que hacer Mariano Rajoy es cambiar su discurso o modularlo con arreglo a la sensibilidad política predominante en aquellas nacionalidades (Cataluña, País Vasco) en las que no consigue superar al PSOE. El paso siguiente sería apostar por un tipo de partido conservador diferente, más sensible ante las formas nuevas de convivencia que apareja la sociedad española y menos dispuesto a dejarse marcar agenda por su ala derecha (muy pastoreada por la jerarquía episcopal).
Por otra parte, parece que Arriola aguarda la sentencia del Tribunal Constitucional respecto del Estatuto de Cataluña, como el punto y aparte que podría zanjar la tensión con los nacionalistas catalanes no independentistas (Convergencia y Unión), los mismos que apoyaron al PP durante el primer mandato de Aznar. En el caso de Euskadi, dado que ahora es Zapatero quien lleva la iniciativa contra el referéndum ilegal ideado por Ibarretxe, al PP -según esta táctica de "bajo perfil"- le bastaría con no sobreactuar. Ahí nace el ninguneo a María San Gil a través del canario José Manuel Soria. Ya se sabe que los asesores viven de decir aquello que en el fondo saben que es lo que quiere escuchar quien les paga. Lo cual no siempre se compadece con la realidad. Por el momento, Rajoy parece que se ha dejado convencer. Por eso sigue, indiferente al reguero de "cadáveres" que va dejando tras de sí. La incógnita es saber por cuánto tiempo.
Fermín Bocos.