Actualizado 26/12/2006 01:00

Fernando Jaúregui.- Discurso del Rey: faltó algo

MADRID 26 Dic. (OTR/PRESS) -

Inevitable, como cada año en el que las vacaciones de la prensa imponen una espera de día y medio para el comentario, referirse hoy al mensaje navideño de Don Juan Carlos a los españoles. A mí, debo decirlo, me dejó un aroma a 'deja vu'. Algo en el discurso del Rey con motivo de la Nochebuena me recordaba al pronunciado el año pasado. Varias -conté cinco- llamadas a la unidad, constantes -conté cuatro- referencias a la Constitución, entre otras cosas para combatir el terror. La "primacía de la ley" frente a la violencia me pareció una alusión llena de sentido en estos momentos en los que estamos inmersos en un interesante y nada rectilíneo proceso para llegar a la paz frente a la banda del terror. Igualmente llena de sentido estaba esa frase, "soseguemos la vida política", que casi podría tomarse como un velado reproche a esa clase política que prima lo accesorio sobre lo fundamental, la tensión sobre la calma, la crispación sobre la concordia.

Pero, yendo un poco más allá, acaso debería el Rey haber incidido más en la necesidad de llegar a consensos en cuestiones fundamentales por parte de nuestras dos principales fuerzas políticas nacionales: lucha contra el terror, inmigración, política exterior, lucha contra la corrupción... Pero, en fin, ya se sabe que el jefe del Estado tampoco puede estar todo el día haciendo hincapié en los aspectos deficientes - quizá por eso 'olvidó' una alusión más clara y dura a esos 'escándalos del ladrillo', que tanto han caracterizado el año que se va-. Lo suyo, en este mensaje tradicional, es lanzar palabras de ánimo y de reconocimiento a quienes han desempeñado una labor positiva, más que abroncar a los que no han tenido una actuación tan buena. Y en esto, en el elogio y en el recuerdo a los que más sufren, el Rey fue pródigo de nuevo: no olvida nunca ni a las víctimas del terrorismo, ni a los soldados fuera de la Patria en misiones de paz, ni a los discapacitados, ni a los inmigrantes.

Un discurso más, en fin, en el que creí percibir una cierta ausencia de la familia: apenas --y nada menos: da pie para que los especialistas en especular especulen-- una referencia al Príncipe como futuro continuador de la obra emprendida por Don Juan Carlos. Ninguna otra mención, ni fotografías familiares adornando el fondo. Y, sin embargo, pocas navidades como esta del segundo embarazo de doña Letizia serán, sin duda, más felizmente celebradas en La Zarzuela. Por lo demás, el mensaje, que siempre se procura sin estridencias, resulta siempre cálido y alentador. Y está claro que el Rey está en buena forma, aunque la realización televisiva no lo estuviese tanto.

FERNANDO JAUREGUI

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