MADRID 30 May. (OTR/PRESS) -
Hay quien lo llamaba 'conspiración'. Otros, intento de suma de intereses y ambiciones dispares. En todo caso, nunca se encontró la cabeza rectora de la ofensiva contra Mariano Rajoy dentro del ámbito 'popular'. Yo diría, ordenando todos los datos, que el globo se deshincha sin que hubiese estado nunca del todo inflado: el ex ministro Juan Costa parece desistir de su plan de presentar una alternativa a Rajoy en el congreso de Valencia, ante la falta de apoyos cosechada; el tono de los medios abiertamente hostiles a Rajoy se rebaja, al tiempo que el juicio contra el periodista Jiménez Losantos evidencia su falta de respaldo incluso entre los 'críticos' del PP; y este sábado, el presidente nacional del PP recibirá un empujón muy fuerte en su avance hacia el triunfo en el cónclave valenciano al rodearse de casi todos los presidentes autonómicos de su partido.
La organización de Madrid queda, así, algo aislada en la tesis de la hostilidad cerrada hacia la permanencia de Rajoy al frente de su partido. Hay quien quiere situar a Esperanza Aguirre y sus más próximos a la cabeza de los planes para obligar al actual presidente del PP a tirar la toalla; personalmente, dudo de que ni Aguirre, ni, menos aún, Aznar o Rato, como se ha dicho, sean quienes animan la guerra de guerrillas cuyo episodio más chusco fue la comparecencia de un diputado semidesconocido, más mediático por sus aventuras sexuales que por sus discursos parlamentarios, para criticar a su jefe político en los pasillos del Congreso, ante el pasmo de los periodistas a los que había convocado en rueda de prensa. Otro que reclamaba su cuarto de hora de protagonismo aprovechando el río revuelto por el que discurren las aguas del PP...
La del acoso e intento de derribo de Rajoy ha sido, en mi opinión, una mala operación política y mediática. Se equivocaron quienes la diseñaron en el tiempo y en la estrategia: Rajoy era un toro muy vivo como para entrar a matar, y eso que intentaron extremar el castigo en la suerte de varas y en las banderillas. El oscurantismo acerca de quién o quiénes eran los verdaderos inspiradores de la operación tampoco ayudó mucho, y menos aún los excesos de algunos comentaristas y columnistas en los medios, cuyo último exponente es el juicio entablado por Ruiz Gallardón contra el animador de las mañanas de la cadena episcopal, que tan negativo está resultando, en mi opinión, para la imagen del demandado y para sus propios empleadores.
Luego está el hecho de que, por fin, Mariano Rajoy parece haberse decidido a salir a la palestra; hasta ahora, había ocasiones en las que parecía que la cosa no iba con él. Esa apatía y falta de ambición política que tantas veces exasperan a sus más allegados son los peores enemigos de Rajoy, mucho más que los conspiradores sin rostro.
Personalmente, reconozco que me alegro de todos esos síntomas que muestran el principio del fin del globo; lo que no está claro, es oscuro, y había aspectos en esta 'operación fin de Rajoy' que suscitaban, y suscitan, demasiadas dudas. Rajoy es, hoy por hoy, el único líder reconocible en el PP. Luego, tras el congreso valenciano, ya veremos. Pero tengo la sensación, contra otras muchas opiniones que he escuchado, de que vamos a tener Rajoy para rato.
Fernando Jáuregui.